_
_
_
_
_
Reportaje:

Corazón de haltera

El alcireño Julián Perea lleva 42 años formando halterófilos, entre ellos varios campeones del mundo

Practicó la lucha libre, el ciclismo, el boxeo, la halterofilia... "Era un deportista nato", dice Julián Perea, un alcireño de 68 años que desde 1961 se dedica a la formación de halteras. Primero en una casucha habilitada como gimnasio y desde 1999 en una amplia nave que cuenta con todo el material necesario: barras, discos, pesas, colchonetas... "Es la mejor instalación para la práctica de la halterofilia de España", afirma Perea; "llegue a pelearme con dos alcaldes, hasta que el ayuntamiento construyó este gimnasio, que es una maravilla".

Perea es uno de esos entrenadores anónimos dedicado en cuerpo y alma a lo que más le gusta. Ha modelado a algunos de los mejores especialistas españoles, como Lorenzo Carrió, Mónica Carrió, Estefanía Juan o Gemma Peris... Los resultados le avalan. "He formado a tres campeones del mundo, a siete u ocho europeos; tres de mis alumnos han sido olímpicos...". Ahora ya no va por los colegios de Alzira con un vídeo instructivo, como hace un tiempo. Así enganchó a alguno de los campeones locales. Y así impulsó uno de los centros de entrenamiento más prestigiosos del levantamiento de pesas en España, especialidad olímpica desde que arrancaron los Juegos, en 1896, según recoge el filólogo y atleta Recaredo Agulló en su diccionario de términos deportivos (Espasa), publicado en 2003. Escritores como los franceses Pierre Loti o Giraudou, y también españoles como el dramatugo Juan de Echegaray fueron grandes aficionados a un deporte que tiene su origen en el circo, como muchos otros.

Hablar de halterofilia en España es hablar de un deporte minoritario. Frente a las poderosas escuelas extranjeras del este de Europa, Grecia, Turquía, China o Japón, los halterófilos españoles tienen poco que hacer. Por eso cobra relevancia el hecho de que en un rincón de la Comunidad Valenciana hayan brotado casos como el de Gemma Peris, por ejemplo, quien en 2001 se proclamó campeona de Europa absoluta y del mundo junior, ganó los Juegos del Mediterráneo y consiguió el bronce en los Campeonatos del Mundo absolutos. "Fue mi mejor año", asegura Gemma, de 21 años, quien se ha ganado el pasaporte para los Juegos de Atenas. Será la primera cita olímpica de la haltera alcireña, que tras varios años en la Blume de Madrid, un centro de alto rendimiento, regresó a Alcira junto al hombre que le enseñó los secretos de un deporte "basado en la técnica".

Perea hizo sus primeros pinitos en el club Climent, en Gandia, instalación que todavía existe. "Recorría en una motito los 40 kilómetros que separaban Alzira de Gandia", recuerda. Eran los tiempos de las veladas de boxeo y lucha libre en una abarrotada plaza de toros de Valencia. Los tiempos de Ángel Robinson García, el cubano que deleitaba al personal con su exquisita esgrima; y también de Pep Claramunt, Sol, Waldo, Mestre... El pugilismo y el fútbol arrastraban a la gente.

A principios de este mes, el Marca le dedicó dos páginas a Gemma Peris (82 kilos en arrancada y 95 en dos tiempos). Perea guarda un ejemplar en una estantería del gimnasio. Dice que Gemma tiene "muchísimo temperamento". Lo dice con el tono convicente de quien disfruta en el gimnasio observando la progresión de su discípulos. La clasificación de Gemma, que compite en la división de -48 kilos, para los Juegos de Atenas le llena de orgullo. Con una beca de 15.000 euros anuales, la haltera alcireña se medira a las mejores especialistas de las escuelas más fuertes. "Si no llego a clasificarme para los Juegos me hubiera dejado la halterofilia. Tengo que pagar una hipoteca...", asegura la deportista, quien junto con Santiago Martínez, éste en la categoría de -94, serán los dos únicos españoles en la capital griega.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_