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Entrevista:SANTIAGO SEMPERE | Bailarín

"Aquí, en Valencia, hace falta un poco más de locura"

Ferran Bono

A punto de cumplir 50 años, el bailarín valenciano de danza contemporánea Santiago Sempere encara su edad transmitiendo la sensación de haber asimilado el paso del tiempo. Quizá el montaje Lamento. Sobre la leyenda de Tristán e Isolda representa la última vez que sube al escenario para bailar, aunque este coréógrafo que se ha granjeado prestigio internacional, por ejemplo, en París, formando su propia compañía, o en Japón, donde es reclamado constantemente, no parece ser proclive a tomar decisiones ni realizar afirmaciones taxativas. "Estoy pensando en dejar de bailar, sí. Quizá pase el testigo. Dirigir y bailar es mucho trabajo. Me apetece también pensar, reflexionar y me gusta mucho escribir", comenta en un descanso del ensayo del espectáculo que se estrena esta noche en el Auditori de Torrent. Después viajará a diversas ciudades hasta representarse en agosto en el festival Sagunt a Escena.

"Tristán se pasa la vida intentando amar, pero el destino le pone muchos obstáculos"

Sempere, no obstante, recuerda el caso del japonés Kazuo Ono que sigue bailando a los 90 años, después de retirarse a los 70 y volver a los 80. "Lo bonito es bailar la vejez", apunta el coreógrafo nacido en Albaida y que se marchó con los 14 años a estudiar como interno a Francia. Si bien su carrera se ha desarrollado fundamentalmente en el país vecino, no ha dejado de mantener vínculos con Valencia.

Conoce, de hecho, la situación de la danza contemporánea en Valencia. Asegura que hay muy buenos bailarines, que surgen nuevos talentos que revelan una tradición, pero echa de menos más experimentación, más innovación, más riesgo en las propuestas. "Aquí, en Valencia, hace falta un poco más de locura", afirma. "Se debería dar más confianza y apostar mucho más por la investigación. Se corre el peligro de que la danza contemporánea se convierta en clásica y que deje de ser contemporánea. Es un fenómeno que no sólo pasa aquí, pero que aquí se nota".

"Ahora la danza tiene que ver más con las artes plásticas, con el performance", apostilla. En este sentido, apunta hacia Japón, como el país de la vanguardia tecnológica que más uso hace de ella, también en el campo artístico.

Sempere es un admirador de la cultura nipona, de la danza butoh, por ejemplo, una "especie de mestizaje de la tradición popular y de la danza como expresión del alma, del interior". El coreógrafo destaca la similitud entre los conceptos del kami japonés y del duende español, que confluyen en la creencia de que "cada cosa tiene su espíritu". Occidente no se percata de las aportaciones japonesas en numerosos campos, agrega el bailarín y viajero.

De un carácter diferente es la propuesta que le formuló el director de la Capella de Ministrers, Carles Magraner, y que Sempere aceptó para volcarse en la creación de un espectáculo con música y danza que relata la leyenda de Tristán e Isolda. "Tristán es un personaje que pasa su vida intentando amar, pero el destino le pone muchos obstáculos que le impiden gozar del amor".

Sempere señala el trabajo de creación de Toni Aparisi, así como el trabajo del resto de los bailarines (Asun Noales, Geles Alonso y Arancha Sagardo) en esta coproducción de Teatres de la Generalitat.

La música recorre desde la poética del Cant de la Sibil.la, hasta las Danzas Reales, Estampidas y Cantigas del siglo XIII, pasando por los cantos de peregrinación del Llibre Vermell de Montserrat y el Lament de Maria del Misteri d'Elx. Un espectáculo de música y danza, con imágenes proyectadas que devuelve a Valencia a uno de sus coreógrafos y bailarines de mayor reconocimiento internacional.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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