Sólo una vuelta al ruedo
La novillada de Villamarta, bien presentada, una fiel estampa de su procedencia, con alzada y larga, se rompió muy pronto. Fue salir del caballo y quedarse vacía de contenido: sin fuerzas. Por tipo, el quinto se saltó la norma: un castaño más bajo que el resto, que también renegó lo suyo en la muleta. En varas, muy poco. Mansitos y algo protestones. El sexto, un bonito berrendo, tuvo una embestida noble y dócil, hasta que acabó muy parado.
Rebrincadito el primero de la tarde, Ismael López se metió mucho en su terreno. Bien buscada la distancia, puso más el torero que el toro. Siempre con buenas sensaciones, la faena incluso corrigió defectos. El novillo acabó más potable de lo que prometía, lo que dejó a López dar los mejores muletazos de la tarde.
Villamarta / López, Gómez, García
Novillos de Villamarta, el segundo lididado como sobrero. Ismael López: vuelta y silencio tras aviso. Marco Antonio Gómez: silencio y saludos. Cayetano García: silencio tras aviso y palmas tras aviso. Plaza de Valencia, 20 de junio. 4ª y última novillada del certamen Valencia busca un torero. Un cuarto de entrada.
El cuarto fue muy flojo. Al paso y parado, sólo tuvo media arrancada. Otra apuesta en vano del torero. La voluntad y el tesón no fueron suficientes para darle la vuelta a la situación.
Sin raza, el sobrero, además de distraído, hizo perderse a Marco Antonio Gómez en una faena de porfía y buenas intenciones. Sólo eso. Con el castaño que hizo quinto Marco Antonio Gómez puso más decisión. No entregó nunca el novillo, y el trabajo tesonero, en ocasiones tan aparatoso como voceado, tuvo cierta respuesta del tendido.
Cayetano García, debutante con picadores, se encontró con un tercero muy flojo y al que le costó mucho tomar la muleta. Novillero en agraz, poseído por el discreto encanto de la inocencia, llevó a cabo una faena muy vertical siempre bajo la norma clásica, pero todo de color verde.
Más reposado, sacudidos los nervios del debut, Cayetano García volvió a plantear en el sexto una faena vertical. Aprovechó la dócil embestida del novillo para templar algunos naturales sueltos con cierta distinción. Hasta que el novillo se paró del todo.
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