Una entente cordial

Curiosa coalición la que vienen desarrollando, desde hace siete temporadas, el gran renovador del timple canario y uno de los instrumentistas de viento más habilidosos que mora la geografía ibérica. Se trata de una entente extraordinariamente cordial entre dos talentos complementarios, el gigante de Las Palmas de Gran Canaria y el muniqués que se enamoró de Madrid hace un cuarto de siglo. Ahora, por fin, esta alianza cómplice ha cobrado cuerpo en un primer álbum conjunto, un divertimento instrumental muy variado que obtuvo cálida acogida en su estreno peninsular.

Impresiona la figura fornida de José Antonio Ramos, un antiguo centrocampista rompedor que colgó las botas para consagrarse al diminuto timple, un instrumento que acaricia con sus manos enormes y del que extrae trinos y cantos verdaderamente hermosos. El grancanario había confiado la producción de sus cuatro discos a Prittwitz, por lo que la posibilidad de un trabajo a dúo era sólo cuestión de tiempo. Y el hispanoalemán -gregario de lujo en las bandas de Sabina, Víctor y Ana o Miguel Ríos- asume este coprotagonismo con talante integrador y versátil, más interesado en la belleza acústica de las melodías que en adscripciones geográficas o estilísticas concretas.

De esta manera, las referencias al folclor canario de Ramos, con piezas como Carril timple o una polka muy celebrada, comparten espacio con la evocadora Antártida de Prittwitz o el divertido homenaje que le brinda a Doña Clara, su "geñuda hija". La pareja de percusionistas lo sazona todo con su variado arsenal de bombos, calabazas y demás cacharros, mientras que el también canario Charlie Moreno demostró, con el mejor solo de la velada, por qué hay tantas esperanzas depositadas en su inminente debú en solitario.