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Reportaje:Eurocopa 2004 | La otra incógnita

El honor y la gloria

Rusia, ya eliminada, se reúne con sus aficionados para escenificar su compromiso de ganar a Grecia y defender su profesionalidad

El fútbol, un asunto visceral por competitivo, acostumbra a manejar elementos desiguales. Por ejemplo, el honor -siempre cuestionado cuando la victoria no aporta réditos- y la gloria de conseguir lo prometido o lo inesperado. A Rusia, ya eliminada de un torneo que encaró de mala forma, le toca hoy defender lo primero, con una mirada sospechosa de la mayoría, frente a Grecia, que tiene la primera oportunidad en su vida de tocar el cielo: alcanzar los cuartos de final de una competición internacional.

No se sabe cuál es el papel más difícil de defender. Tras dos derrotas, ante España y Portugal, ambas por la mínima diferencia, y una manifiesta pobreza futbolística, no hay un ambiente favorable a la sorpresa, es decir a que Rusia derrote a Grecia y allane el camino de los favoritos del grupo, España y Portugal, que se enfrentan entre sí. Una derrota de Grecia, a la que le vale la victoria y el empate, podría hacer útil la igualada española ante el anfitrión.

Alenichev: "Conozco lo que pasa en Portugal. Estoy casi seguro de que no se clasificará"
Yartsev: "Quienes dicen que no nos la jugaremos contra los griegos cometen un gran error"

Nadie duda de Rusia, al menos públicamente. El problema es que nadie confía en Rusia, un colectivo que llegó atacado por las lesiones, que rompieron su línea defensiva, y prolongó su desasosiego con la expulsión de Mostovoi por criticar a Georgi Yartsev, el seleccionador. Nadie, salvo Rusia, que, con el dudoso honor de ser la primera selección eliminada y la primera en expulsar a uno de sus futbolistas, se sometió ayer a una terapia de grupo. El ayudante de Yartsev, Aleksander Borodyuk; el centrocampista Alenichev y el goleador Kerzhakov, un futbolista precoz que a los 22 años ya ha escrito su autobiografía: 16, el antes y el después, se reunieron en Vilamoura con un grupo de aficionados para analizar su actuación y escenificar su compromiso por la victoria en el partido de hoy.

"La gente que dice que no vamos a jugárnosla contra Grecia comete un gran error", había afirmado Yartsev. "No hemos obtenido ni un solo punto y no podemos irnos del torneo de esta manera. Tenemos muchos seguidores desplazados hasta aquí y jugamos para ellos", sentenció. "Los chicos comprenden esto y demostrarán su valía. Lo que hay que entender es que nuestros problemas son más psicológicos que otra cosa", añadió en la reunión Borodyuk.

Todo ha cambiado en Rusia. Sobre todo, que ahora tiene aficionados que pueblan las gradas con sus banderas y con la habitual parafernalia de las grandes citas. Pero algo no ha cambiado. La cita en el hotel de Vilamoura es toda una novedad futbolística. Resultaría impensable que las grandes selecciones se sometieran a un interrogatorio de sus hinchas tras cualquier sonoro fracaso.

Rusia hizo examen de conciencia. "Los partidos contra España y Portugal fueron muy diferentes, pero el resultado fue igual de malo en los dos. Estos fiascos se deben a unas razones de las que no quiero hablar ahora", apuntó el enigmático Borodyunk Sin embargo, Alenichev, el centrocampista del Oporto y el único jugador que se ha salvado de la quema, fue más categórico: "Conozco lo que pasa en Portugal porque tengo varios amigos en la selección. Estoy casi seguro de que no se clasificarán para la segunda fase". Es decir, que el fino centrocampista no cree que Portugal gane a España y sugiere problemas que no revela. Se supone que cuenta con el triunfo de su Rusia ante Grecia, algo que se ha producido en once ocasiones, incluida la antigua URSS, frente a tres derrotas y cuatro empates.

Ahora su papel secundario ha adquirido un nuevo rango. Pasar a la historia como un equipo que no ganó ningún partido es un récord demasiado compartido, algo que su rival ya experimentó en la Eurocopa de 1980 y en el Mundial de 1994.. Hacerlo como el equipo que rompió el sueño griego, sin motivación ninguna, es algo más que un renglón histórico. Será la defensa de su honor, hoy seriamente cuestionado por el entorno.

Acostumbrado a los problemas, Yartsev tiene para el partido las bajas del portero titular, Ovchinnikov, expulsado frente a Portugal, y del capitán, Srmertin, sancionado por acumulación de tarjetas amarillas de amonestación. A cambio recupera a Sharonov, un futbolista que representa el orgullo del Rubin Kazan, un modesto equipo ruso que aporta el primer internacional de su historia.

En la otra orilla, Grecia mira al horizonte con calma. Sabe que ha conseguido mucho más de lo que esperaba pero que el futuro le ofrece mayor felicidad. Otto Rehhagel, un entrenador que vive los partidos con la intensidad de un principiante, confía en su equipo tanto como desconfía de Rusia. "Se presenta una oportunidad única para el fútbol griego y la vamos a aprovechar", aseguró ayer, convencido de que no será fácil. "Todo el mundo dice que estamos clasificados, pero no es cierto. El peligro aún existe. Pero creo que estos chicos, aun con la cabeza en las nubes, tendrán los pies en el suelo", dijo.

Rehhagel tiene las bajas de Giannakopoulos, lesionado, y Karagounis, que vio la segunda tarjeta amarilla ante España. Dos jugadores singulares en un equipo sin figuras que ha hecho del sistema y la tenacidad dos argumentos, de momento, invencibles. Todo lo contrario que Rusia, obligada a salvar su honra.

El seleccionador, Yartsev (en el centro), conversa con  sus jugadores durante un entrenamiento.
El seleccionador, Yartsev (en el centro), conversa con sus jugadores durante un entrenamiento.ASSOCIATED PRESS

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