Antonio Giménez Pericás, magistrado y penalista
El magistrado Antonio Giménez Pericás falleció ayer en Bilbao a los 74 años tras una larga enfermedad. Giménez Pericás, natural de Valencia aunque residió la mayor parte de su vida en Euskadi, fue fundador de Jueces para la Democracia y era un destacado miembro del Foro de Ermua y un reputado penalista, autor de numerosos artículos sobre el Código Penal.
Pero además, Giménez Pericás era uno de los símbolos de la transición democrática en España. Abogado laboralista durante el franquismo, tuvo que exiliarse en Alemania y a su vuelta desempeñó su labor como juez en San Sebastián y en las Audiencias de Bilbao y de la capital guipuzcoana. En los últimos años trabajó en la Sección Primera de la Audiencia de Bilbao hasta su jubilación en abril de 2000, al cumplir la edad establecida, aunque posteriormente fue propuesto como magistrado suplente en la citada audiencia, cargo que desarrolló durante seis meses.
Giménez Pericás nunca pensó que acabaría siendo juez. Aquel niño de la guerra, como gustaba definirse, sufrió una contienda que le robó la infancia y le devolvió, como solía decir, un padre ciego, al que le leía los partes de guerra con los que aquel militar republicano interiorizaba el tránsito de la derrota. Así, dramáticamente, comenzó una afición absoluta por la lectura que le acompañó hasta el final de sus días. La guerra le llevó a los libros, y por inercia a la milicia universitaria en la Legión, precisamente para salir de la rutina de la vida cuartelaria al uso. Giménez Pericás tenía un espíritu inquieto, de principio a fin, en la salud y en la enfermedad.
Cuando estudiaba leyes en Madrid comenzó a relacionarse con la oposición al franquismo. Su activismo le llevó a la cárcel tres años y diez meses, a raíz de la huelga de 1962. A su salida se exilió en Alemania, donde compaginó su especialización en la historia del Derecho con su trabajo de camionero. Tanto le enganchó la carretera que a su regreso a España decidió recorrerla en moto. La encontró tan sórdida como cuando la dejó.
Afiliado al PCE, abrió una ventana más en su vida y colaboró como periodista en los diarios Informaciones de Madrid y Hierro de Bilbao, una actividad que al ministro Muñoz Silva, al parecer, no le gustó demasiado, y en un Consejo de Ministros advirtió que Antonio Giménez Pericás no volvería a trabajar como periodista "ni en deportes". Finalmente, creó un despacho de abogados tras la creación del Tribunal de Orden Público, que incrementó notablemente el número de juicios.
Ya en democracia, la apertura del cuarto turno de acceso a la carrera judicial le abrió una nueva vía, la de ser juez, que colmaba su curiosidad por la vida cotidiana. Aquel niño que quería ser profesor de historia, que fue periodista y que acabó siendo juez, falleció ayer quizá con la tranquilidad de la misión cumplida. Lo que nunca pudo recuperar, de tanto como le robaron en su vida, fueron aquellos libros de novela negra que la Brigada Político Social le retiró por peligrosos, "aunque yo les insistía en que trataban de colegas suyos".-
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