Dinamarca echa a Bulgaria
Los de Morten Olsen jugaron con un punto de suficiencia ante un rival que no tiene arreglo
Dinamarca despidió a Bulgaria después de haber retratado a Italia. Menos exigido que en su debut, el equipo de Morten Olsen jugó con un punto de suficiencia. Irreprochable en su declaración de intenciones, pareció un poco desenchufado cuando actuó a favor de marcador. A la que no tiene la pelota y le toca defenderse, pierde encanto. Ayer se contagió durante un rato largo de la anarquía búlgara, un equipo sin costuras pero lleno de jugadores avinagrados, que igual le pegan al balón que al tobillo. A los búlgaros les pierde su mala defensa, una calamidad de lateral a lateral, que hipoteca el trabajo de medios y delanteros, que acabaron por firmar de mala manera su eliminación en Braga.
Bulgaria difícilmente tiene arreglo porque es una selección desorganizada e inconsistente, con poco sentido del juego colectivo, falta de rigor futbolístico. Escarmentado por su descorazonador estreno contra Suecia, el equipo de Markov se apiñó en dos líneas defensivas y aguardó a que Dinamarca se confiara, desfondara y desquiciara por su falta de puntería, expresada en la falta de un ariete terminal. Aunque sea un equipo agujereado, no le quedaba más remedio que taparse y encomendarse a la posibilidad de que Hristov o Martin Petrov conectaran con Berbatov en una contra, que a buen seguro la habría porque los daneses juegan en campo ajeno, y ya se sabe que a veces el gol llega también en la jugada más insospechada.
Una mala salida de Sorensen, por ejemplo, dejó a Hristov en franquicia frente al marco rival, y poco después Martin Petrov no atinó en un remate fácil. Cada vez más confiados, los búlgaros empezaron a asomar la cabeza hasta que fueron sorprendidos en una preciosa apertura de Jorgensen que remató Tomasson. Erró Bulgaria cuando pretendía tirar la línea del fuera de juego y Dinamarca alcanzó el descanso con un gol que había buscado reiteradamente desde las bandas, con Jorgensen y el reaparecido Gronkjaer al frente, después de que Rommendhal se lesionara.
Empujada por Gravesen, un poderoso y laborioso centrocampista que se presentó a los veinte segundos de partido con una patada a Hristov, Dinamarca atacó sin parar desde los dos flancos. Gravesen abría para Jorgensen o Gronjkaer y Tomasson acudía al remate por detrás de Ebbe Sand. Repitieron la jugada una y otra vez hasta que llegó el tanto. Ratificada su superioridad en el marcador, el equipo de Olsen mantuvo su llegada al marco contrario en la misma medida que disminuyó su peso sobre el partido. Parecía venirle bien conceder la iniciativa a Bulgaria y desplegarse con la cancha abierta, con terreno por correr, con espacios para su precioso fútbol de extremos.
Poderosa ofensivamente y siempre dispuesta a jugar bien al fútbol, Dinamarca es accesible defensivamente, y Bulgaria le buscó las cosquillas con el zurdo Petrov hasta el último tramo, cuando el plantel de Markov se rindió con muy malos modos. Pocos equipos saben crear tanta confusión y enredo como los búlgaros. Los daneses consiguieron al final olvidarse del contrario y recuperaron el hilo de juego que tiraron al inicio. No les costó cerrar entonces la contienda con un exquisito segundo gol de Gronjkaer después de tirar una pared con Tomasson, derribado por el central al mismo tiempo que la pelota pasaba la línea de meta, una imagen que reflejaba perfectamente el partido.
Dinamarca vuelve a tener un buen aspecto por su capacidad para atacar en oledadas desde los costados mientras a Bulgaria no hay por donde cogerla porque a la falta de peso como equipo ha perdido talento individual.
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