Contra el pesimismo
A día de hoy, España se encuentra en una situación delicada pero mejor que Portugal: tiene un punto más y le valen dos de los tres resultados

Dos de las selecciones más inclinadas al pesimismo se enfrentan mañana en Lisboa. Una es Portugal, tantas veces decepcionante en los grandes torneos. Desde la deslumbrante aparición de la generación del Benfica, encabezada por el excepcional Eusebio, el fútbol portugués ha anunciado cotas que nunca ha alcanzado. Nunca le han faltado jugadores, ni equipos. El Oporto viene de ganar la Copa de Europa nada menos, y no es su primer título. Al viejo Benfica le tocó un papel relevante: acabó con la hegemonía del Madrid de Di Stéfano y lanzó el primer mensaje mestizo del fútbol europeo. Fueron los portugueses de los años 60 los que anunciaron el juego universal, mezcla de razas y etnias. Futbolistas originarios de África, como Coluna o Eusebio, consagraron al Benfica y a la magnífica selección que entusiasmó en el Mundial de 1966. Desde entonces Portugal siempre ha sido una promesa de buen fútbol, promesa no concretada en los grandes torneos. Ahora se despide una gran generación, estirada un poco artificialmente, como si la sensación de deuda nacional a jugadores como Figo o Rui Costa fuera superior a la evidencia del relevo. Con ellos, jugadores sin duda impresionantes, Portugal no ha ganado nada. Como España.
Los portugueses miran a su selección con escepticismo. Confían más en sus clubes, y en eso recuerdan a los españoles. Ni tan siquiera se sienten confiados por la ventaja que supone jugarse la vida en Lisboa. El fútbol marca tendencias que parecen irremediables. Los aficionados tienen muy clara la idea de lo que ocurre con Brasil, Alemania o Italia, por ejemplo. Y también de lo que suele suceder con España y Portugal. Si Portugal nunca ha estado a la altura del prestigio de sus jugadores, España ha soportado decepciones aún mayores. Se trata de una selección que ha metabolizado el pesimismo hasta el hueso. A día de hoy, España se encuentra en una situación delicada, pero mejor que Portugal. Tiene un punto más, le valen dos de los tres resultados, dispone de buenos jugadores, viene de derrotar a los portugueses con claridad, pero en el ambiente flota el miedo al fracaso de tantas veces. Porque en cuestiones de fracasos, España puede tirar de archivo como pocos. Es el equipo que tradicionalmente sale eliminado de los cuartos de final, o que termina derrotado por los anfitriones (Inglaterra en la Eurocopa 96 y Corea del Sur en el Mundial 2002). Siempre hay precedentes de mal agüero.
A este equipo le conviene sacar a España de sus pesimismos, no sólo por lo que significaría a corto plazo en la Eurocopa, sino para acabar con una manera deprimente de afrontar los grandes torneos. En Lisboa, frente a Portugal, en un ambiente que exigirá el máximo de carácter frente a las máximas dificultades, la selección española tendrá que olvidarse de la historia y aceptar el presente, que es francamente optimista. España tiene un buen equipo y espléndidos jugadores. Es hora de que se lo crean y lo demuestren.
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