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Reportaje:

La paz surca los mares

Miles de personas salen a ver navegar los 600 veleros del Festival del Mar

Lluís Pellicer

Poco antes de las once de la mañana, el dueño de la embarcación Mona Louisa, Andrés Grima, suelta amarras. "¡Liberamos popa!", vocea. Enseguida, zarpa con prudencia del puerto de Barcelona, adelantando a pequeñas naves de todo tipo: desde una barca en la que uno de los tres tripulantes entona sonidos exóticos con una caracola hasta otra con remeros que lucen chapela. Deja atrás los embarcaderos y se adentra en el mar, donde pronto aparece el incansable Juan Sebastián de Elcano escoltado por medio centenar de veleros que encabezan las más de 600 naves que se van a desplegar desde el Port Vell hasta el Port Fòrum para dibujar un gran lazo por la paz, el acto principal del Festival del Mar que se ha celebrado este fin de semana en el marco del Fórum ante la expectación de miles de ciudadanos.

Trazar la forma del lazo no es una tarea fácil. Cada veinte minutos, un barco de gran eslora -es decir, de más de 32 metros- sale del puerto escoltado por un ejército de veleros que llegan de varios puntos del litoral catalán. Zarpan del puerto hasta doce buques, cada uno junto a las naves de un club náutico distinto, desplegando sobre el mar el mayor número de velas que jamás han contemplado los ciudadanos de Barcelona. El público que se concentra en las playas empieza a ensimismarse con un espectáculo más que vistoso. Y el que lo hace en mar se maravilla con una estampa inédita de la ciudad, al percibir, en un mismo encuadre, todo el litoral.

Al cruzarse con el Elcano, nadie oculta su admiración por este legendario buque-escuela que puede presumir de ser el bergantín más antiguo del mundo. Ha dado diez vueltas al mundo y se cuenta que su tripulación ha llegado a enfrentarse a olas de más de quince metros de altura y a vientos de más de sesenta kilómetros por hora. A su alrededor ya no sólo circulan los veleros que deben acompañarlo hasta el final de su itinerario, sino también pequeños yates y barcas nutridas de navegantes curiosos.

El Mona Louisa se adentra en el mar a una velocidad de ocho nudos y medio -unos 16 kilómetros por hora-, justo el doble que el resto de embarcaciones que, además, circulan a unos 800 metros de la costa. Dada su relativa rapidez, no le cuesta demasiado alcanzar al majestuoso Zinat Al Bihaar, un auténtico mueble de museo sobre el agua que remite a las naves que debieron usar los antiguos comerciantes del golfo Pérsico.

El reloj marca mediodía, y las doce grandes estrellas ya están surcando el mar junto a sus acompañantes. Los veleros empiezan a coordinarse y a situarse de forma ladeada junto a los barcos de prestigio, lo que no resulta nada fácil y ha costado varias semanas de planear. La embarcación de Grima se encara poco más tarde de mediodía ante el Fórum. Cuando la nave da un viraje, se topa de frente con centenares de veleros aún tratando de dibujar el lazo.

Los navegantes descubren nuevas embarcaciones. "Éste es el italiano, un bergantín-goleta de tres mástiles", tercia un experimentado miembro de la tripulación. Se trata del Palinuro, construido en 1933 en Nantes y ahora uno de los barcos insignia de la Armada italiana. Cuando ya se vislumbra de nuevo el puerto de Barcelona, el Mona Louisa roza la embarcación de tipo clipper -que se caracteriza por su rapidez- Stad Amsterdam, que recrea las clásicas naves del norte de Europa del siglo XIX.

Son las 14.00. No ha sido posible trazar con exactitud un lazo. "¿Qué se ha visto desde el cielo?", pregunta todo el mundo cuando llega al puerto. "Ha quedado bastante desestructurado", comenta otra persona de la organización. Pero todos los presentes coinciden en que la estampa de más de 600 embarcaciones desplegando velas por la paz ha sido impresionante. Y más aún ver navegar a barcos conocidos en todo el mundo que durante los días que ha durado el Festival del Mar han sido un caramelo para los barceloneses.

El <i>Juan Sebastián de Elcano, </i>rodeado de veleros en el Port Vell de Barcelona.
El Juan Sebastián de Elcano, rodeado de veleros en el Port Vell de Barcelona.JOAN SÁNCHEZ

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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