Barcelona se echa al mar
Miles de ciudadanos acuden a visitar los veleros del Festival del Mar
La receta era infalible: día soleado -aunque chispeó a última hora-, espectaculares veleros en el mar -pero a tiro de piedra-, y la posibilidad de visitarlos gratis. Funcionó. Decenas de miles de barceloneses acudieron ayer al puerto para participar en el Festival del Mar, el segundo acto masivo del Fórum Ciudad tras la Carnavalona de Carlinhos Brown de hace casi un mes. Según la Guardia Urbana, 125.000 personas pasearon por el puerto y 40.000 visitaron los barcos. El plato fuerte eran 12 espectaculares veleros. El condimento, muestra de embarcaciones tradicionales, exposiciones y talleres. Y el postre, música por la noche.
Los muelles estuvieron concurridos durante toda la jornada pero el punto álgido se alcanzó entre las cinco y las seis de la tarde: como si miles de vecinos hubieran despertado de la siesta a la misma hora o como si todas las películas de la tele hubieran acabado a la vez, los muelles se llenaron en cosa de minutos. Había ciudadanos de todas las edades y condiciones, pero sobre todo familias con críos. Jordi Romero llevó a tres niños. "Me hace gracia que conozcan cómo es un barco y lo recuerden cuando sean mayores. No se pueden ver veleros como éstos cada día", manifestaba tras bajar del Stad Ámsterdam, un buque holandés de 76 metros de eslora propiedad de la empresa de trabajo temporal Ranstad, que se ha encargado de contratar parte del personal del Fórum. Precisamente frente al Stad, atracado en el Moll de les Drassanes, y ante la mirada atónita de su tripulación, se formó un cuello de botella antes de las siete de la tarde que hizo temer a más de un padre por si debía lanzarse al rescate de un retoño.Las obras que se realizan en el pavimento estrechan el paso y acceder al Moll de Barcelona requería 10 minutos de paciencia y apreturas, imprescindibles para llegar a los barcos más grandes. También a esa hora el calor, que podía mascarse, se rompió en forma de aliviadora lluvia. La gente, como si nada.
Si en el Fórum la estrella que concentra las mayores colas son los guerreros de Xian, en el Festival del Mar su homólogo indiscutible fue el Juan Sebastián Elcano. "Subí a bordo hace 50 años y mañana volveré a ver si hay menos gente", aseguraba Isabel tras hacerse la foto de rigor. El buque escuela de la Armada española registró colas de más de media hora y atrajo en total a 5.000 personas: "Unas 1.400 por la mañana y 3.600 por la tarde", gritó orgulloso un oficial de blanco inmaculado, apostado en una de las escalerillas, al ser preguntado.
No tan largas, aunque las hubo, fueron las colas frente a las otras cuatro estrellas del festival. El Stand Amsterdam; el Palinuro, buque escuela de la Armada Italiana; el polaco Dar Mlodziezy, y el barco del sultán de Omán, Zinat al Bihaar, en cuyas cubiertas no cesó de quemar incienso. Ninguno de ellos mide menos de 60 metros de eslora ni luce menos de tres palos.
Los otros grandes veleros ocuparon el Moll de la Fusta. Entre el propio muelle y el paseo de Colom se ubicaron parte de los talleres y las exposiciones sobre la vida y los oficios del mar. Pero a esta oferta le pudo el caramelo de subir a cotillear entre cubiertas, cabos, mástiles y marineros. La única queja, la de algunos visitantes que esperaban "ver más".
En el Moll d'Espanya se ubicaron otros cuatro veleros y pequeñas embarcaciones de vela latina. Entre los primeros, destacaba el francés Jusqu'au Bout. Su capitán, un lobo de mar al que sólo le faltaba la pipa para completar el tópico -piel bronceada, larga barba blanca, camiseta a rayas, pantalón por la rodilla y pies descalzos-, bailaba en cubierta aparentemente ajeno a todo mientras su acompañante intentaba vender fotos descoloridas a cinco euros. "Nuestro barco no se visita porque es privado". "¿Y entonces por qué habéis venido?". "Los del festival nos han invitado", acertaba a explicar con un marcado acento francés.
Motos de agua
La imagen de los tripulantes o la de quienes unos metros más allá, en el barco Pepa Bandera II, entonaban habaneras contrastaba con la oferta de las casetas situadas en el muelle, que incluía motos de agua, un vehículo que no parece compartir espíritu con quienes disfrutan navegando a vela ni con el propio Fòrum. "Son motos ecológicas, hacen poco ruido y no contaminan, el aceite no toca el agua", aseguraba el responsable de la tienda, en la que también vende quads.
Como las motos náuticas, la oferta de ropa a precios elevados, algunos coches de gama alta que transitan junto a los muelles coincidiendo con el festival y el anuncio de Rolex que ilustra la cubierta del catálogo del evento son pistas del poder adquisitivo o las aficiones de algunos de los propietarios de los veleros que se exhiben. Nada de ello pasó inadvertido al público y durante la jornada no era extraño oír comentarios como el de una señora que no quiso dar su nombre pero que presumía de ser "de ahí enfrente, de la Barceloneta". "Ésos están forrados, hay que tener mucho dinero para mantener barcos como éstos. Toda la vida venga a navegar, pero no por trabajo, por gusto. Hasta tienen criados. Y nosotros, mira, cada vez hay menos familias viviendo del mar", afirmó obteniendo el consenso de quienes estaban junto a ella.
La jornada de ayer -la oficial, porque los ciudadanos continuaron paseando por los muelles-, finalizó con el acto Gente, océanos y mares, en el que participaron las tripulaciones de los barcos y se mezclaron aguas de distintos mares del mundo como símbolo de la diversidad cultural. Fue presidido por el alcalde de Barcelona, Joan Clos.
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