'Los lunes al sol', de Fernando León de Aranoa
EL PAÍS presenta mañana, por 5,95 euros, una lúcida crónica social sobre el paro
Mientras rodaba Familia (1996), su primer largometraje, el director Fernando León de Aranoa empezó a tomar notas para la que acabaría siendo su cuarta película, tras Barrio (1998) y el documental Caminantes (2001). "Leía entonces en los periódicos que en Francia los parados estaban organizando actividades y jornadas de lucha al tomar conciencia de que eran un grupo social muy numeroso. A esas jornadas las llamaron Los Lunes al Sol. De ahí viene el título", les confesó a Elsa Fernández-Santos y Rocío García. "Trabajamos luego con asociaciones, psicólogos, sociólogos, hablamos con parados de larga duración que nos fueron contando sus experiencias. Entre la documentación que leí con Ignacio del Moral, mi coguionista, apareció una guía de cómo conseguir empleo, un manual ridículo sobre cómo comportarte en una entrevista de trabajo. Eso lo he reflejado en el personaje de Lino, muy preocupado en cómo ocultar su edad para reinsertarse en el mundo laboral".
"Es cine social que conmueve y arranca sonrisas y carcajadas cómplices"
Los lunes al sol se alzó con la Concha de Oro del Festival de San Sebastián de 2002. "No se oyó ni un carraspeo, ni se percibió entre los aplausos un gesto de disidencia cuando Wim Wenders, presidente del jurado, anunció esta decisión", se comentó en este periódico: "Wenders añadió que la película merecía haber sido galardonada además por algunos aspectos concretos -en más que probable referencia a la interpretación de Javier Bardem-, pero que el jurado consideró que la Concha de Oro los englobaba a todos". Fue éste el primero de una larga serie de galardones (cinco premios Goya: mejor película, mejor director, mejor actor principal -Javier Bardem-, mejor actor de reparto -Luis Tosar-, mejor actor revelación -José Ángel Egido-; premios Ondas, Fotogramas, Sant Jordi, Círculo de Escritores Cinematográficos, Ariel de México, Festival de Gramado...). Fue también seleccionada por la Academia española para competir por el Oscar a la mejor película de habla no inglesa. No lo consiguió, pero sí apasionadas críticas con motivo de su estreno comercial en Estados Unidos, muchas de las cuales destacaron el trabajo de Javier Bardem, "que interpreta su papel con la furia de fiera enjaulada de un Robert de Niro" (Première). "La película, inteligentemente escrita, está bendecida por otra gran actuación de Javier Bardem" (Hollywood Reporter). A su regreso de Los Ángeles, el actor declaró: "Todos deseamos gustar a todo el mundo, es parte de nuestra vanidad, pero el propósito de esta película es otro: reflejar una aspereza social, el paro, que está rozando constantemente nuestros vestidos y no le prestamos atención hasta que produce rasgaduras. Estamos orgullosos de haberlo hecho, algo que no se puede decir todos los días".
El director explicó en Fotogramas que en ocasiones había pensado "que alguno de estos personajes podía ser uno de los adolescentes de Barrio en su etapa adulta. Incluso podría ser la historia de alguno de los padres de aquellos críos. Lo que buscaba era hablar de esa edad en la que sentirse inútil es algo tremendo". En el prólogo a la edición del guión (Ocho y Medio), puntualizó: "Ésta es su historia. La de un presente que por falta de horizontes parece más bien pasado, el de un grupo de hombres sin trabajo, daños colaterales de una economía globalizada, que caminan por los callejones del sistema buscándole a la vida las salidas de emergencia. Y transitan por su propia existencia con la sensación de haberse colado en ella, polizones en el barco fantasma del progreso, náufragos de sus propios sueños, y de los de sus mujeres, y de los de sus hijos". ¿Y el humor? "Va conmigo", le dijo a Julieta Martialay, "y también la mala leche que me sale sin querer".
Babelia
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