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Crónica:TENIS | Final masculina del torneo de Roland Garros
Crónica
Texto informativo con interpretación

Gaudio encierra sus fantasmas

El argentino rompe su leyenda de perdedor y derrota a su compatriota Guillermo Coria, víctima de los calambres

Fue un partido gris y atípico. Es extraño encontrarse en una final de Roland Garros con dos tenistas que no pueden desarrollar su mejor juego y a los que les cuesta ganar. Pero eso fue precisamente lo que ocurrió ayer en la pista central parisiense. Guillermo Coria había llegado a la capital francesa convencido de que éste era su torneo. Lo habría sido de no haber sufrido unos calambres que le dejaron casi inactivo en la cuarta manga y le afectaron notablemente en la quinta. Así que el título fue para su compatriota Gastón Gaudio, que, a sus 25 años, fue capaz, al final, de encerrar a sus fantasmas y aprovechar la que, probablemente, será su única ocasión de ganar el trofeo francés.

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Gaudio se impuso por 0-6, 3-6, 6-4, 6-1 y 8-6 en tres horas y 31 minutos después de salvar dos bolas de partido y unió su nombre al de Guillermo Vilas, vencedor dos veces del Open de Australia, una del de Estados Unidos y otra, en 1977, de Roland Garros, y el de Gabriela Sabatini, con un Open norteamericano, como los únicos argentinos triunfadores en el Grand Slam.

No parecía que fuera el momento de Gaudio. A Coria le pusieron Guillermo en homenaje a Vilas. Y llegó con una racha de 31 victorias y una sola derrota en tierra, cuando cayó en 2003 en las semifinales. Sólo le venció entonces el número uno, el suizo Roger Federer. Y no parecía que nadie fuera a superarle en la catedral de la tierra batida desde que ganó a Carlos Moyà. Y mucho menos un argentino: llevaba 19 victorias seguidas sobre sus paisanos.

Pero le superó uno de ellos. Curiosamente, el que arrastraba una peor leyenda de perdedor. Gaudio había dejado muchas oportunidades en el camino al ser traicionado por su mentalidad. Hace dos años perdió en estas mismas pistas ante Juan Carlos Ferrero con un 3-1 en el quinto set y cuando se dirigía a su silla en los intercambios diciendo: "No le voy a ganar". Tocó fondo el curso pasado en la Copa Davis, cuando perdió sus dos partidos contra Moyà y Ferrero en las semifinales de Málaga.

Sin embargo, Gaudio ya había demostrado que sólo era un problema de mentalidad. Si su cabeza volvía a funcionar, si era capaz de controlar los nervios, de liberarse de la presión, podía hacer cosas grandes. Sus dos títulos de 2002, en Barcelona y Mallorca, cuando trabajaba con Martín Jaite, lo demostraban. Y cuando este año volvió a jugar la final del Trofeo Godó su juego pareció reflorecer. "En Düsseldorf, hace dos semanas, ganó un partido al británico Tim Henman en el que dominaba por un set y 5-2. Perdió la segunda manga, pero ganó la tercera. Eso no lo habría hecho nunca antes", explica Guillermo Salatino, periodista de la televisión argentina.

Ayer, en cualquier caso, sus fantasmas volvieron a asomar por un momento. Cuando Coria acusó calambres en las piernas con el partido encarrilado por 2-1, a Gaudio parecieron cruzársele los cables. Sólo ganó la cuarta manga porque Coria se la entregó: "No podía más. Mi cuerpo no daba para más", explicó; "pero el fisio me dio una pastilla y me dijo que en diez minutos me haría efecto". En la quinta no podía rendir a tope -sacó a 120 km/h y mostró evidentes problemas de movilidad- y, aun así, Gaudio no podía aprovechar su potencial por culpa de su cabeza. Pero éste salvó dos bolas de partido milagrosamente y agarró un revés ganador.

Gastón Gaudio besa, feliz, el trofeo parisiense.
Gastón Gaudio besa, feliz, el trofeo parisiense.EFE

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