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DE LA NOCHE A LA MAÑANA
Columna
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Una semana cargadita

Un par de meses desde las elecciones de marzo y se diría que han pasado lustros, la desaparición en combate de Aznar relaja más que el dolor de muelas que remite, y sus compinches que gobiernan algunas autonomías podrían hablar por fin en serio

Agua va

Se supone que son los tradicionales lazos de amistad entre Valencia y Murcia lo que lleva en romería a Madrid a Francisco Camps et altrii a demandar el agua que tanto necesitan las cementeras y las constructoras, en lugar de sentarse a negociar con catalanes y aragoneses para tratar del eventual trasvase de caudal sobrante. Entre sus acompañantes no faltaron quienes se distinguieron en el lamento idiota, cuando las inundaciones del Ebro próximo a su desembocadura, respecto del agua que se pierde en el mar en esas desgraciadas ocasiones, sin que conste que dijeran esa agua es mía cuando la pantanada de Thous. Ya Juan Benet, en calidad de ingeniero más ecólogo que ecologista, alertó en los años 70 de que la redistribución de los recursos hídricos sería el gran problema de fin de siglo. Pero se abstuvo de sugerir que, de paso, sería oportuno diseminar unos cuantos centenares de campos de golf por el camino.

¿Y que más dará?

Engañosos contratos de representación institucional aparte, lo cierto es que Julio Iglesias (Julito Capillas, lo llamaba la revista El Jueves antes de que el solazo de Miami convirtiera su piel visible en una disparatada proliferación de estrías morenas, ya ven, un empeño en todo contrario a los fáusticos deseos de Michael Jackson) ha vendido una montonada de discos. Todos horribles, es cierto, pero no más que otros de intención progresista. Y bastante parecidos. El último, de Miguel Ríos, ese colega universal que vive del rock que no sabe hacer, y que se descuelga ahora con una letrilla que dice "La noche en que soy un caballero, la noche en que pierdo la razón". ¿No es una oscilación de la conducta en casi todo idéntica al Julito que decía "Soy un truhán, soy un señor", según le diera la volada? Y eso por no decir nada de un Víctor Manuel que se mete con el pobre Bisbal y sus bulerías porque no se ocupa de Neruda, y no como otros. Para desdicha del poeta.

Audiovisualizarse

La verdad es que el espectador valenciano de cine o de televisión puede desarrollar su afición durante años sin percatarse para nada de que en su tierra existe una industria del audiovisual. Y, sin embargo, algunos debe haber en juego cuando los representantes de diversas organizaciones del sector andan a la greña para hacerse con su representación y mencionan la existencia de mafias y camarillas que obstaculizarían en su propio beneficio la buena marcha del negocio. Todo ello sin que quede claro para el lector de prensa la magnitud de esa expectativa de beneficio o por qué parece tan difícil la unidad de acción en un sector que no parece mover tantos posibles como las azulejeras o la gestión de las aguas potables. Y con episodios tan chuscos como que un tal Juan Álvarez se presente a la presidencia de una de esas asociaciones ¡en calidad de guionista! Vale, Billy Wilder.

Un tema de otro tiempo

Con la primera tostada en el bar de la esquina, frente al ambulatorio, hojeas el diario, se te acerca alguien mayor, a quien jurarías no conocer de nada, y te pregunta si le recuerdas. Centras la mirada, y te parece reconocer en esa cartografía de grietas al padre de un tipo al que dejaste atrás hace muchos años, más de los que abriga la memoria, mientras te congratulas de resultar, por ahora, todavía reconocible. Nunca falla. La breve conservación girará sobre los tiempos -todavía míticos para algunos- de los infames tugurios de El Carmen en su buena época, las horas de porro y barra y las partidas de dominó hasta el amanecer. Es más penoso y más injusto cuando se trata de un antiguo amor, cierto. Pero es peor huir con cualquier pretexto para rumiar -ya a salvo en las aceras transitadas- la mala sombra de una madurez que pretende arruinarte también los días remotos de una juventud compartida.

Decisiones chungas

Aún dando por supuesto que Florentino Pérez tenga más de lo segundo que de lo primero, no acaba de estar claro que se deshiciera de Del Bosque porque era calvito y barrigón para terminar demandando el auxilio de Camacho por machote y español. Misterios de los que lo mismo manejan el ladrillo que disfrutan en el palco con las galaxias peludas de los futbolistas. En nuestro primer equipo, no parece que Rafa Benitez anduviera escaso de elegancia ni de competencia en el banquillo, incluso se manifestaba invariablemente exquisito en las ruedas de prensa, cosa nada habitual en una entidad por la que ha pasado Paco Roig. No soy tan experto en esto como el compañero Cayetano Ros, pero estando libre Víctor Fernández, el mejor epígono de Johann Cruyff, parece un tanto estrafalario recurrir al rescate de Ranieri.

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