Apasionante cierre
Los equipos de ley, ésos de los que uno se puede fiar, lo son por variadas razones. Buenos jugadores, dinámicas positivas, conocimientos técnicos y tácticos, aprovechamiento de lo que se tiene, ocultación de aquello de lo que se carece o ambiciosos objetivos son algunas de ellas. Ahora bien, existe una prueba del algodón que no engaña: la capacidad de poner todo lo anterior en práctica en las situaciones límite. Muchos ejemplos hay de equipos de salón, ésos que deslumbran durante muchos momentos, pero que se desmontan cuando la presión les aprieta, algo generalmente derivado del desmoronamiento individual de sus jugadores más importantes.
Cualquier equipo que se precie, cualquier historia ganadora, debe atravesar este tipo de exámenes para ser tenida en cuenta. El pasado domingo, el Tau se enfrentó a uno de esos días que marcan la diferencia entre los buenos equipos y los que se llevan los títulos. Y lo resolvió de forma categórica, apoyado en Nocioni y Macijauskas, de enorme valor no sólo por sus indudables capacidades técnicas, sino también porque las acompañan con una intensidad competitiva que les hace elevarse sobre el resto en las circunstancias más complicadas.
Viniendo el Tau de salvar esta complejísima papeleta, llegando Estudiantes a Vitoria habiendo perdido una gran oportunidad de alcanzar un sueño que se le resiste, la lógica y el desarrollo de la serie apunta al Tau como el más que posible ganador. Una vez que hizo lo que hizo en Madrid, le debe de resultar algo más sencillo rematar la faena ante su afición y está moralmente rearmado después del susto. Pero cuidado con apostarlo todo a una carta, máxime en una eliminatoria a 40 minutos. Enfrente hay un equipo que se ha resistido a cumplir el guión. El Madrid puede dar buena fe, lo mismo que el propio Tau, que no esperaba tener que llegar al partido de hoy para cerrar la semifinal.
A diferencia de los de Ivanovic, en los que los galones están claramente repartidos, la virtud (y el defecto) de Estudiantes radica en no saber muy bien por dónde te va a crear los problemas. Unas veces es Loncar, otras Iturbe o Azofra, que la lía en cinco minutos; Felipe un día es un futurible NBA y otro siembra dudas sobre su consistencia. Y así... Pero este supuesto desconcierto jerárquico, que no arregla la dirección de Brewer, hace a Estudiantes más peligroso de lo que parece, por lo que dejarle sin opciones sería temerario y no haría justicia a sus méritos.
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