"En Brasil el fútbol ha dejado de ser una fiesta"
Carlos Alberto Parreira (Río de Janeiro, 1943) dirigió a la selección de Kuwait en el Mundial de España 82, a los Emiratos Arabes en el de Italia 90 y a Arabia Saudí en el de Francia 98, cuatro años después de haber roto 24 años de frustraciones al llevar al tetracampeonato a Brasil, en el de Estados Unidos 94, soportando una presión inhumana. Ahora ha vuelto a hacerse cargo de la selección brasileña.
Pregunta. ¿Por qué ha vuelto?
Respuesta. No lo sé. Me planteaba sustituir a Zagalo, como coordinador, pero desde que se fue Felipao (Scolari), Brasil no encontraba seleccionador. Un día llegó Ricardo Texeira a casa, por Navidad. Yo trabajaba en el Corinthians, habíamos hecho muy buenas campañas los últimos años, jugando finales, ganando cosas importantes y las encuestas decían que la afición me quería. Me ofrecieron volver y me sentí incómodo despreciando el cargo, me pareció que sería ser un desagradecido. Acepté.
"Por mucho talento que tenga, un equipo, si no se organiza, no gana. La prueba, el Madrid"
"Hace años me avisaron de que Ronaldinho era un genio. No mintieron. Me recuerda a Vavá"
P. ¿Y su familia qué dice? La sacó del país precisamente la semana antes de jugar la final de Los Ángeles, ante Italia, por miedo a la derrota.
R. No me lo perdona. Ni mi mujer ni mis hijas. Hasta mi padre se enfadó.
P. Entonces dijo que era un cargo para un loco. ¿Qué ha cambiado?
R. Nada. Es más, en Brasil, la figura del entrenador va a peor. En la séptima jornada de Liga ya han caído siete entrenadores. El Corinthians en cinco meses ha tenido cinco entrenadores. El fútbol siempre ha suplido las carencias del pueblo, pero no sé adónde vamos a ir a parar. Hace una semana en São Paulo murió un joven de 16 años de una paliza. El fútbol en Brasil era una fiesta y está dejando de serlo, se está volviendo histérico.
P. ¿No tiene miedo?
R.
No. El día que no pueda salir solo a la calle, adiós, lo dejo.
P. Ser pentacampeón mundial, ¿no rebaja la necesidad de ganar?
R. Siempre hay presión, pero ahora es distinta a la de 1994. Brasil llevaba 24 años sin jugar una final. Superé aquello por pura educación mental. Decidí no aceptar que me destruyera el cargo y lo logré.
P. ¿Aprendió de Romario?
P.
A Romario la presión no le afecta para nada, parece distraído, para él no pasa nada, aunque la tensión se cogiera con la mano alrededor de la selección. En aquel momento, muerto Senna, con Romario apareció Dios. Llegó, metió dos goles a Uruguay, nos clasificamos y apareció en el Mundial sin la carga que llevaba el resto del equipo, fresco. Por eso jugó relajado.
P. ¿Aquel equipo era inferior al actual?
R. Éste tiene más fantasía en medio campo. Aquel equipo era bueno, pero en lo creativo éste es mejor. La creación era Raí y desapareció en el Mundial porque llegó fundido. Por eso puse a Dunga, que se podía pasar un partido sin perder un pase, pero no tenía su llegada.
P. ¿Sigue habiendo un fútbol europeo y otro suramericano o Brasil ha unido dos continentes?
R. Brasil es posesión de balón y pelota al suelo. Pero físicamente nuestro fútbol ha evolucionado. Somos más duros, más rápidos y tenemos el mismo talento. Pero con talento sólo no ganas. Nosotros nos organizamos en defensa y en ataque los jugadores deciden. Si no compensas el equipo es imposible ganar. Mire el Madrid, ha perdido el campeonato y le sobra talento. Un equipo, por principio, debe tener equilibrio. De lo contrario, no brilla ni el mejor jugador del mundo.
P. ¿Cuesta explicárselo a un brasileño?
R. No, ahora ya no, ya saben que sin balón hay que pelear y que cuando se tiene la bola pueden divertirse. Ahora el problema está en la cabeza. Los jugadores no son máquinas pero soportan una exigencia impropia de seres humanos. Juegan 80 partidos, hoy en Barcelona, mañana en Paraguay, pasado de vuelta a Europa... La ventaja es que cuando juegan con Brasil, la presión es para el entrenador y en sus clubes europeos, normalmente la soportan ellos.
P. ¿Ronaldo juega al nivel que usted pensaba que alcanzaría cuando le llevó al Mundial 94?
R. Sí, es el mejor delantero del mundo, está por encima de todos, aunque haga menos de lo que puede hacer; le basta con tener la pelota cerca del área. Sólo con eso ya es el mejor.
P. ¿Ronaldinho es más completo?
R. Jairo, uno de mis ayudantes, me avisó hace siete años: 'He visto a un genio'. No lo olvidé nunca. Le gusta asumir responsabilidades y en el Barcelona ha asumido la del gol. ¿Se acuerda de Vavá? Era un centrocampista que se adelantó para jugar más cerca del área y allí, además de meter goles, hacía jugadas maravillosas. Como Ronaldinho. Yo le doy toda la libertad en el campo, no se le puede meter en la jaula.
P. ¿Sigue dedicándose a pintar cuadros?
R. Poco, menos de lo que me gustaría. El maestro Barbeta me enseñó mucho en Valencia, pero ahora no tengo mucho tiempo para pintar.
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