Israel en Europa
En EL PAIS del 24 de mayo se cita al ministro de Israel, líder del partido centrista Shinui: "La demolición de casas debe parar. No es humano, no es judío y nos causa un grave daño en todo el mundo". "Nos van a echar a patadas de la ONU, van a llevar a los responsables al Tribunal de La Haya y nadie va a querer dirigirnos la palabra".
El lector cándido se preguntará por qué el ministro de Justicia "no para" la demolición de casas. Pues, porque toda Palestina lleva bajo jurisdicción militar desde su ocupación. Eso ha permitido a Israel confiscar y expropiar tierras, controlar el 89% del agua potable, establecer asentamientos con judíos integristas armados hasta los dientes, abrir carreteras, cortarlas, controlarlo todo a discreción, meter en prisión sin juicio y toda una cascada interminable de violaciones de derechos elementales cuyo único fin parece ser expulsar a los palestinos de su tierra.
Pero el señor Lapid se marca un farol. Mientras exista el Big Brother estadounidense, con su veto en la ONU, mientras Israel tenga el apoyo incondicional de cualquier presidente de cuya elección dependa el voto judío, también incondicional, no habrá sanciones.
Es más: nos encontramos ante un caso de apartheid al revés; la abstracción "Europa" es tal que no sólo no se sanciona nada de lo apuntado arriba, ni el sistemático incumplimiento de las resoluciones de la ONU, sino que se premia esa actitud. Recuerde: se empezó admitiendo a Israel (que está en Asia) en el concurso Eurovisión; después vinieron las participaciones en campeonatos de fútbol, baloncesto, balonmano, etc..., y no quiera usted saber cuántos acuerdos preferentes se han ido pasando de puntillas o por la puerta trasera, incluyendo el acceso a resultados de investigación.
Se puede llegar a pensar que con unos cuantos parches y alguien menos bestia que Sharon, Israel hubiera podido ser admitido sin ruido en la UE. A los buenos amigos no se les exige que respeten los derechos humanos.
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