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Crónica:LA CRÓNICA | FÓRUM DE BARCELONA | Observatorio
Crónica
Texto informativo con interpretación

Elogio de la crítica

Lectores y observadores evalúan las primeras semanas del Fórum en el Aula EL PAÍS

El pasado miércoles, en el Aula EL PAÍS se celebró un debate sobre el Fórum en el que los cinco integrantes del Observatorio del Fórum -que cada domingo, excepto el último de mes, publican en este mismo espacio sus impresiones sobre la marcha del acontecimiento- compartieron con los lectores interesados su evaluación de estas primeras tres semanas de funcionamiento del evento. Tras la constatación de los problemas que se han evidenciado estos primeros días, la mayoría de los participantes optaron por realizar críticas constructivas al evento en un intento de lanzar propuestas para, como indicó Judith Astelarra, "reorientar el Fórum".

"Lo que va mejor del Fórum sigue siendo la misma idea del Fórum como lugar de encuentro y debate", indicó Jorge Wagensberg, quien cree que es normal que haya problemas porque es algo que no se había hecho nunca antes. Abundando en esta idea, más tarde sugirió incluso que se repita la experiencia en años posteriores antes de pasar el relevo a otras ciudades, con objeto de perfilar y mejorar el modelo: "Si este Fórum fracasa, lo tenemos que volver a intentar".

En opinión de Joan Subirats, el problema que arrastra el Fórum es la contradicción entre los valores que se defienden a través de los diálogos y la parte lúdica, porque "lo que tiene éxito desde el punto de vista del espectáculo penaliza la parte de contenidos". Las expectativas de afluencia de público (cinco millones de visitantes) que ha creado la organización son también, a su juicio, un lastre, ya que de esta forma se ha entrado en una lógica en la que para recuperar el dinero invertido se ha cerrado el recinto y puesto precio a todo.

El tema del precio fue, precisamente, uno de los más abordados. Insistió mucho en ello Judith Astelarra, quien afirmó que se deberían buscar fórmulas para abrir una parte del recinto -propuso el espacio de la jaima- con el fin de facilitar que las personas interesadas pudieran al menos asistir al debate de las 141 preguntas que se celebra cada noche en el escenario de la jaima con la asistencia de alguno de los ponentes que participan en los diálogos. "Pero no tiene sentido que para poder asistir a este debate se tenga que pagar", indicó. "Entiendo que haya entrada para algunos espectáculos o exposiciones, pero no para participar en el ágora de discusión".

Romà Gubern considera positiva la avalancha de actividades culturales que se ofrecen, pero alertó del peligro de que "una sobreoferta acaba provocando desconcierto y desinformación por exceso de opciones". A juicio de Àlex Masllorens, el proyecto del Fórum tendrá repercusiones y está interesando a los escolares que asisten, pero "no se ha sabido comunicar a la ciudadanía", que, lamentó, en parte se ha autoexcluido voluntariamente. "Creo que esto se podrá ir subsanando con el tiempo si a la gente que ha ido le quedan ganas de volver y lo va comentando", indicó Masllorens, quien destacó también "la incompatibilidad que existe entre los valores que se defienden y el formato escogido para presentarlos".

Algunos lectores opinaron que no se han sabido organizar de manera más ágil y moderna los congresos -"sólo se han preocupado de hacer una lista de ponentes de renombre y en cambio no se ha pensado en el público ni en potenciar el debate"- y otros criticaron con ejemplos la escasa información que se ofrece al visitante o a los interesados en participar en los diálogos -"me apunté con meses de antelación y el mismo día nadie sabía decirme a qué hora comenzaba el diálogo. ¿La organización del Fórum?, ¿qué organización?".

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Las críticas al hecho de que se tenga que pagar para poder participar en la discusión sobre temas y valores de interés general fueron masivas, especialmente en el caso de los lectores procedentes de Latinoamérica. "El mismo Fórum, al poner estos precios a las entradas, ha creado un espacio del Tercer Mundo en la ciudad integrado por aquellos que, por sus escasos ingresos, no pueden acceder a él". También se criticó el carácter cerrado de los contenidos. "En América Latina se pensaba que habría un proceso participativo y de debate ciudadano, pero esto no ha existido. Cuando llegas aquí te das cuenta de que todo está cerrado. No puedes poner temas en la agenda y entonces deja de tener un interés internacional, deja de ser un proceso y se convierte en un evento".

El carácter catártico del debate quedó reflejado también en la intervención de otro lector que reivindicó "la queja como símbolo de salud social". "Y en el Fórum hay muchas quejas, lo que pasa es que ahora hay que empezar a pensar en el post-Fórum para ver cómo puede sernos rentable esta experiencia". El problema, añadió, " es que hasta ahora sólo se ha surfeado sobre las quejas, sin entrar a fondo en las ideas de concepción que fallan, como que sea un recinto cerrado y de pago, que esté sobredimensionado y que se hayan concentrados tantas actividades en el recinto en lugar de dispersarlas. El peligro es que hay gente joven que por la mala imagen del Fórum está aborreciendo conceptos y palabras importantes. Hay valores con los que no se puede jugar".

Ideas nuevas piden formas nuevas

"Muchos jóvenes ven el Fórum como algo institucional, por lo que se ha convertido en un elemento de crítica alternativa", indicó Joan Subirats. "La batalla de legitimidad en cuanto a las ideas y los valores que se defendían no la ha ganado, y es un desastre que la imagen que se ha mantenido es que es una pura excusa para la operación inmobiliaria en el Besòs". En este sentido, añadió, "lo más preocupante ahora es el no Fórum, la cantidad de gente que lo ve como algo que ni le va ni le viene".

La paradoja, apuntó Álex Masllorens, es que la oposición directa al Fórum lo favorece y refuerza. Pero, como señaló Judith Astelarra, "en estos momentos, incluso el núcleo duro del anti-Fórum está reconociendo que está viniendo gente interesante. ¿Por qué esperar al post-Fórum? ¿Por qué no abrir puertas? Si abres algo ahora, mucha gente estará encantada de participar, incluso entre los más contestatarios".

Es una opción que manejan también algunos dirigentes políticos. Lo dejó patente la concejal de IC-Verds Imma Mayol, que asistió al debate como público y reconoció la necesidad de cambios, como abrir algunos días el recinto y crear fórmulas para facilitar un acceso más amplio de la ciudadanía. En principio no se discutieron los contenidos, hubo palabras de elogio a varios de ellos, sino cómo se facilita que éstos puedan llegar de la mejor manera a los ciudadanos. "Si se habla de ideas nuevas, las formas también tienen que ser diferentes, porque forma y contenido tendrían que estar relacionados", afirmó Subirats. "El Fórum es una buena idea, pero no se están aplicando los formatos nuevos que requiere", añadió Jorge Wagensberg. "Hay que analizar qué es conversar y cómo nos podemos poner a hacerlo realmente". "Se ha perdido mucho tiempo, pero creo que hay una cierta capacidad de reacción para reorientarlo", insistió Judith Astelarra. "Quedan cuatro meses por delante y no podemos esperar al post-Fórum". Romà Gubern se mostró optimista porque "hay capacidad de crítica y se está transmitiendo a las instituciones, por lo que hay capacidad de corregir los errores". Àlex Masllorens, en cambio, se mostró escéptico: "El resultado es original, pero el problema es que es un gran tinglado muy difícil de gestionar, por lo que las reformas que pueda haber no serán grandes, no habrá rupturas".

Un lector planteó el tema del carácter internacional del Fórum. "No lo es, no es un acontecimiento internacional, no está 'moviendo el mundo', es un acto de ciudad". Coincidió con Masllorens, quien agradeció que últimamente la organización haya dejado de utilizar el término Fórum Universal de las Culturas. "Es algo que hay que abandonar", afirmó. "Si se pretendía que hubiera un impacto planetario, habría que reconocer que no existirá. El impacto que tiene es el que tiene y no creo que aumente".

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