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Valiente y cariñosa

Patti Smith era la protagonista indiscutible de la primera noche de Festimad; y reinó, como no podía ser de otra manera. Lo hizo con una vitalidad y una mentalidad de lucha encomiables. Bicho raro en su tierra por pensar como una mujer de izquierdas de aquí, Patti manifestó desde el principio de su actuación, que inició con Trampin', que da título a su último disco, un inmenso cariño por España, el país que, según sus palabras y refiriéndose a los días inmediatamente posteriores al 11 de marzo, "le dijo en la calle a su Gobierno que el pueblo no estaba para servirle a él, sino que él era quien tenía que servir al pueblo". A los españoles dedicó uno de sus himnos más recientes, People have the power. Smith, junto a su fiel banda, con la que lleva 25 años, ofreció una actuación de rock sereno con el viejo aire de solemnidad de los años setenta. Pletórica de voz y muy firme a la hora de resaltar las palabras, interpretó canciones nuevas, como Jubilee, dedicada a su propia madre, o Gandhi, que incide en su idea de que este mundo aún puede ser cambiado por la gente de manera pacífica. Cumpliendo con lo prometido en la rueda de prensa, en la que preguntó a los periodistas qué canciones querían oír en el concierto, hizo una incendiaria versión del Gloria de Van Morrison y por unos instantes volvió a ser aquella Venus asimétrica del rock pre-punk. Se retiró del escenario recordando a las víctimas del atentado de Atocha y la tragedia del Prestige. Una chica valiente y, por lo que se ve, muy cariñosa.

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12.000 espectadores acuden a la primera jornada de Festimad
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