Hijos de su época
Son toreros jóvenes, valientes y triunfadores. Tienen toda una vida por delante y muchas posibilidades de alcanzar la vitola de figura. Poseen condiciones y a fe que lo demuestran cuando la ocasión lo requiere. Pero, no lo pueden remediar: son fieles hijos de su época.
Y la época del toreo que les ha tocado vivir está enferma de una desesperante degeneración. Está plagada de antitaurinos que viven del fraude y la manipulación, y están a punto de hacer desaparecer de la faz de la tierra al toro de lidia. Es la época del toro inválido y del torero mentiroso, cómodo y perfilero, que se hace el héroe ante el animal moribundo y se aflige ante el encastado. Es la época en la que los toreros no mandan ni en la plaza ni fuera de ella. Es la época de los taurinos de despacho que hacen y deshacen a su antojo, con el negocio en el punto de mira y el desprecio al torero.
Cinco ganaderías / Abellán, Marín, Tejela
1º de Joaquín Núñez: inválido y noble; 2º de Hermanos Lozano: devuelto; 3º y 5º de Puerto de San Lorenzo: inválidos y nobles; 4º de Montalvo: inválido y descastado; 6º de El Pilar: inválido; sobrero de Albarreal: inválido y descastado. Todos mal presentados y feos de hechuras. Miguel Abellán: estocada trasera (vuelta); estocada que hace guardia y tres descabellos (ovación). Serafín Marín: cinco pinchazos y estocada (silencio); pinchazo -aviso- y estocada trasera (ovación). Matías Tejela: pinchazo y estocada (ovación); tres pinchazos y estocada (silencio). Asistió el Rey en una barrera del tendido 1. Plaza de Las Ventas, 27 de mayo. Corrida de la Asociación de la Prensa. Lleno.
Son toreros jóvenes, valientes y triunfadores. Y ayer dijeron a todos que no mandan nada, que están a lo que otros deciden, y que fracasan por su falta de carácter y personalidad. Un torero como Dios manda no viene a la Corrida de la Prensa de Madrid con el ganado que ayer salió al ruedo de Las Ventas. Un torero con la dignidad suficiente no permite, se pongan como se pongan el apoderado y la empresa, presentarse aquí con toros de tan feas hechuras y de hierros que tienen contrastada su manifiesta invalidez.
En el pecado, pues, llevan la penitencia. Son hijos de su época, obedientes, acomodaticios, a la espera de que salga el docilón que les permita cuatro posturas aflamencadas y ficticios olés.
No es eso, no es eso. Abellán, Marín y Tejela se equivocaron de pitón a rabo. Permitieron que les hicieran una encerrona, y si son valientes para ponerse delante de un toro, deben tener la necesaria vergüenza para impedir que vuelvan a engañarlos. A Madrid hay que venir con toros de verdad y no con caricaturas para el sonrojo de los taurinos y gran pena de los aficionados. Seis toros basura que no merecen el honor de morir en una plaza.
Dicho lo cual, la expectación se tornó en profunda decepción. Hubo, sin embargo, momentos emotivos. Abellán acabó hecho un ecce homo tras una tremenda voltereta al rematar la primera tanda con la derecha en el que abrió plaza, y ser atropellado al matar al cuarto. Entre golpe y golpe, un quite por vistosas chicuelinas, pases aislados de buena factura y una disposición encomiable en busca del triunfo.
Marín sigue siendo un torero valentísimo; se arrimó como un desesperado y toreó con buenas maneras a sus dos toros. También fue volteado sin consecuencias y consiguió sus mejores momentos en el quinto con varias tandas de hondos derechazos y dos largos naturales materialmente arrancados a su descastado oponente. Y la torería de Tejela se estrelló con la basura que le tocó en suerte. Detalles de buen gusto y gran bronca al presidente por no devolver al moribundo sexto. El torero, ajeno a las protestas, daba trapazos como si tal cosa.
Los máximos culpables son los toreros. Hora es ya de un gesto de rebeldía de quien se juega la vida y permite convertirse en marioneta de quienes mueven los hilos de la fiesta. Así, señores toreros, así no se viene a Madrid.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.