El Barça ya está en la final

El Barcelona ya está en la final de la Liga, en la que se ha colado por la vía más rápida posible. A cualquiera que hoy se entere de la noticia no le sorprenderá nada. Tenía cierta lógica después de adelantarse 2-0 en Barcelona. Pero muy pocos de los más de 9.000 espectadores que presenciaron el partido habrán encontrado aún una explicación convincente. Casi nadie ni de uno ni de otro equipo. Que le pregunten a Pesic, por ejemplo.

El entrenador del Barcelona sentó mediado el tercer cuarto a su quinteto titular y se dedicó a hacer probaturas al ver como Unicaja le pasaba por encima con autoridad. Jugadores como Bodiroga, ayer completamente ausente, igual que Ilievski, seguro que estaban pensando en el cuarto partido. Perdía por 15 puntos el Barça (63-48) y aparentó toque de rendición.

El Unicaja tiró por tierra en un desastroso último cuarto lo que hasta entonces había sido un excelente partido de baloncesto. Pero a este equipo parece que le pesan como una losa los minutos finales. En los dos partidos de Barcelona protagonizó sendas remontadas a las que luego puso un colofón calamitoso.

Ayer fue por la vía contraria, el equipo de Sergio Sacariolo dominó el partido de principio a fin, con autoridad, con ráfagas de un brillante baloncesto, y se cortocircuitó cuando tenía todo al alcance de la mano. En nueve minutos sólo anotó cinco puntos, y así resulta imposible ganar un partido, ni mucho menos al Barcelona, que según fue encontrándose con las diferencias menguadas recuperó el interés, y la fe y se empleó a fondo en un final que ni el más loco del lugar podría haber vaticinado 10 minutos antes.

La remontada hay que apuntarla más en el desmérito de Unicaja. Se había empleado en el partido con encomiable decisión e ilusión, defendió aun mejor que como lo hizo en los dos partidos del Palau y, sobre todo, tuvo más criterio en la selección de las jugadas de ataque.

Jugó colectivamente, sin ninguna dependencia de Louis Bullock, quien por cierto sólo anotó dos tiros libres en la primera parte. Unicaja ganaba al descanso con claridad meridiana (44-31), pero más poderosa aún era la sensación de su dominio en el tercer cuarto, cuando los jugadores del Barcelona parecieron bajar la guardia.

Pero Unicaja se bloqueó, empezó a ralentizar los ataques, a jugarse acciones imposibles, a dejar sin remate brillantes acciones para la galería. Tampoco le acompañó la suerte en alguna que otra canasta fácil.

El Barcelona fue metiéndose poco a poco en el partido, y cuando se vio con nueve puntos de diferencia con cinco minutos por jugar irrumpió como un coloso. Femerling dominó todo bajo los aros, y Navarro y de la Fuente pusieron los puntos que acabaron con la moral de un Unicaja empeñado en arruinar su brillante juego.