Duelo de técnicos galácticos

En la época de las megaestrellas mediáticas y de los dinosaurios financieros que dominan el fútbol, la competición de clubes más prestigiosa del mundo se dirime esta noche (TVE-1, Canal +, 20.45) entre dos equipos que no venden una camiseta más allá de sus dominios locales y sin un sólo jugador con plaza en el olimpo de los grandes ídolos. El ultramoderno Arena AufSchalke de la pequeña ciudad alemana de Gelsenkirchen acoge una final de la Liga de Campeones en la que los astros son Deco, Morientes o Giuly, gente que proviene de la clase media del fútbol. En esas circunstancias, toda la atención del duelo entre Mónaco y Oporto se vuelve hacia los banquillos, donde se sientan dos técnicos casi recién llegados. José Mourinho, de 40 años, y Didier Deschamps, de 35, han rescatado el sentido colectivo del fútbol y, con muy pocos recursos, han podido burlar a todos los galácticos del continente.

A las decenas de periodistas que asistían a la conferencia de prensa previa al partido no les quedó más remedio que asentir cuando Mourinho lanzó una pregunta retórica: "¿Alguien en esta sala podía apostar al principio de temporada que los finalistas seríamos nosotros dos?. Yo ahora podía ponerme crecido y decir que sí lo pensaba. Pues tampoco". Poco después, insistía Giuly, el talentoso bólido del Mónaco: "Pensar en alcanzar esto era un imposible". Por primera vez desde 1991, no habrá en la final europea ningún equipo español, italiano, inglés o alemán, las cuatro grandes ligas del continente. Un hecho excepcional que sólo se ha producido en cuatro ocasiones desde que se fundó el torneo, en 1955.

Mónaco: Roma; Ibarra, Rodriguez, Givet, Evra; Cissè, Bernardi, Zikos, Rothen; Giuly y Morientes.

Oporto: Vítor Baia; Paulo Ferreira, Jorge Costa, Ricardo Carvalho, Nuno Valente; Pedro Mendes, Costinha, Deco, Maniche; Derlei y Mc Carthy.