El Atlético gana para nada
El cuadro madrileño da un recital en San Mamés, pero se queda sin la Copa de la UEFA
Como homenaje a su historia de Pupas y esas cosas, el Atlético empezó perdiendo contra un rival inexistente. El Atlético es uno de esos equipos que no necesita a nadie para complicarse la vida. Se basta con su defensa para convertir un pelotazo insulso en una ocasión de gol. El Atlético es así, un especialista en suspenses, en finales inciertos. Cuando se jugaba la vida, para alcanzar la Copa de la UEFA, y dependía de un milagro multilocal, en Valladolid y Sevilla, va y sufre un gol inesperado ante un Athletic relajado, cargado de suplentes, faltos de ritmo y poco interesados en la contienda. Bien es cierto que el joven Iraola puso broche de oro a la sucesión de errores atléticos y convirtió en arte lo que nació como chapuza.
ATHLETIC 3 - ATLÉTICO 4
Athletic: Lafuente; Javi González, Prieto, Murillo, Larrazabal (Felipe, m. 61); Orbaiz, Bordas; Iraola, Guerrero (Yeste, m. 78), Arriaga; y Urzaiz (Ezquerro, m. 67).
Atlético: Aragoneses; Aguilera, García Calvo, Lequi, Sergi; Novo (Simeone, m. 88), De los Santos (Jorge, m. 91), Ibagaza, Nano (Musampa, m. 86); Paunovic y Fernando Torres.
Goles: 1-0. M. 18. Iraola sortea a Aragoneses y marca. 1-1. M. 24. Remate de Ibagaza. 1-2. M. 31. De los Santos, de cabeza. 1-3. M. 33. Torres, desde fuera del área. 2-3. M. 52. Arriaga, en jugada personal. 2-4. M. 82. Torres, de cabeza. 3-4. M. 89. Arriaga.
Árbitro: Puentes Leira. Amonestó a De los Santos, Bordas, Torres y Novo.
Unos 37.000 espectadores en San Mamés. Homenaje a Larrazabal, que deja el club tras 14 temporadas en el primer equipo, y al Bilbao Basket, ascendido a la Liga ACB.
Pero el Atlético, como estaba y no estaba el Athletic, es decir estaba roto, suelto, deshilachado, en un abrir y cerrar de ojos zanjó el partido. Resultaba difícilmente soportable para el Atlético perder un partido que dominaba desde el pitido inicial. Y lo arreglaron Ibagaza con un zurdazo visto y no visto, De los Santos con un cabezazo en un córner y Torres con una de sus genialidades ante una defensa nueva, desorientada, que prácticamente dejaba a Lafuente, portero suplente, el marrón de arreglar los desperfectos.
El Atlético era fiel a sí mismo. Una defensa aparentemente coriácea, pero de cristal a la hora de la verdad, y todo por jugar arriba, con Ibagaza, con Paunovic, con Torres, sus tres futbolistas más dotados.
Y el Athletic, nada, metido en homenajes, en despedidas, en oportunidades para los menos mimados mientras el Atlético sumaba primero goles y luego ocasiones fallidas en un monólogo de Torres que pudo instalar el escándalo en San Mamés. Pero marcó el Athletic, en una ratonería de Arriaga y otra desaplicación defensiva, del muy blando García Calvo, y se metió en el partido, aunque el golpe llegó no de Arriaga, sino de Sevilla con el gol de Baptista que cerraba al Atlético la puerta de Europa.
Nada que objetar al Atlético en Bilbao: cumplió con la tradición, es decir con el morbo esperado, y con su obligación, jugar al ataque, marcar goles, hacer ocasiones y fallarlas, incluso un penalti; dominar lo suyo. Pero jugaba en muchos campos y ahí no gobernó. Casi todo lo había malgastado una semana antes contra el Zaragoza. Ayer acabó de perderlo todo.
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