Límites
Promueve el Círculo de Bellas Artes de Madrid un acto para el próximo día 20 de mayo "por la libertad de creación y expresión desde la pluralidad, el respeto y la tolerancia sin coacciones".
Es indudable que la inmensa mayoría apoya y lucha para que esa frase no sean vacuas palabras y que, muy probablemente, la intención de los responsables del Círculo sea dar respuesta al debate suscitado en torno a las críticas vertidas por sectores del Partido Popular (véase Comunidad y Ayuntamiento de Madrid) sobre la obra de Íñigo Ramírez de Haro (supongo que más sobre el título que sobre el contenido).
Llegados a este punto, y para evitar erróneas interpretaciones, me siento obligado a manifestar que, en temas de religión, siempre me he declarado ateo, lo que no me impide reconocer que semejante título debe resultar tremendamente ofensivo para millones de personas cuyas creencias me merecen el mayor de los respetos.
Todos debemos ser conscientes de que la libertad de expresión tiene unos límites que no debemos transgredir y que pasan por el respeto hacia los demás, sin que esto pueda servir como argucia para menoscabar las normas sociales de convivencia que existan en cada momento.
Es fácil entender que yo no puedo salir a la calle con una pancarta en la que, en uso a mi libertad de expresión, ponga "Matemos a los cuáqueros". Para todo, nos guste o no y si vivimos en sociedad, debe haber un límite, y no me refiero a disposiciones normativas que la ley establezca y que los gobiernos cambien a su antojo, sino más bien a una ética que ha de salir de nosotros mismos respecto a los demás.
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