Los últimos presupuestos del 'pujolismo' arrojaron déficit

Los últimos presupuestos de la Generalitat gobernada por el equipo de Jordi Pujol, los correspondientes al ejercicio 2003, arrojaron números rojos. Pese a que cuando se presentó el presupuesto de 2003, se avanzó un superávit de 7,57 millones de euros, la liquidación de este ejercicio corrige esta previsión y la reemplaza por la constatación de que la Generalitat ha incurrido en déficit, según confirmaron ayer fuentes del Gobierno tripartito catalán.

De acuerdo con la información facilitada por el anterior Ejecutivo de CiU, la situación de superávit no sólo se proyectaba para 2003, sino que había existido ya en 2001 (7,59 millones de euros) y en 2002 (11,14 millones), después de ocho años de encogimiento progresivo de un déficit que tuvo su punta máxima en 1993 (1.000 millones de euros).

Si la entonces oposición de izquierdas siempre puso en duda la entrada en superávit, la radiografía a fondo realizada por los servicios de inspección internos de la Generalitat, en una tarea tutelada por una comisión externa de expertos, ha venido a confirmar que los gastos superan a los ingresos.

Fuentes del actual Gobierno catalán explicaron ayer que el Ejecutivo "no tiene tampoco margen" para presentar unas cuentas totalmente equilibradas con vistas a la elaboración de los próximos presupuestos, los primeros que en breve presentará el Ejecutivo de Pasqual Maragall y que corresponden a 2004. Las elecciones autonómicas del pasado 16 de noviembre comportaron que la Generalitat esté funcionando con los presupuestos de 2003 (18.628 millones de euros) prorrogados.

Los planes del Departamento de Economía y Finanzas pasan por incurrir en déficit también en 2004 y probablemente en 2005, de modo que los números rojos se vayan "reduciendo de forma progresiva a lo largo de esta legislatura", es decir, hasta 2007, según las mismas fuentes. El consejero responsable de este departamento, Antoni Castells, declinó ayer pronunciarse al respecto.

La decisión del Gobierno catalán no cogerá por sorpresa en Madrid. Fuentes próximas a Castells subrayan que su estrategia ha sido pactada con el vicepresidente económico del Gobierno central, Pedro Solbes. A finales del pasado mes de abril, Solbes y Castells mantuvieron un primer contacto institucional en el que, además de abordar la revisión del modelo de financiación autonómica, ambos mostraron "sintonía" sobre la necesidad de apostar por la estabilidad presupuestaria que manda Bruselas, pero también sobre la necesidad de que esta apuesta tuviera una interpretación flexible, sin un corsé de déficit cero año a año, sino a lo largo del ciclo económico.

Esta interpretación flexible entraría en escena tras años de férrea disciplina presupuestaria practicada, al menos en teoría, por el Gobierno de José María Aznar, que ha dejado entre sus herencias la ley de estabilidad presupuestaria y el déficit cero como dogma.