"Escribir es de por sí incómodo, pero es una necesidad vital"

Córdoba acogió este fin de semana la presentación de América, la primera novela de Joaquín Pérez Azaústre. La obra recrea a partir de personajes literarios ficticios y reales como Hemingway o Scott Fitzgerald, la América de los años veinte como enjambre de emoción. Pérez Azaústre (Córdoba, 1976) ganó en 2000 el Premio Adonais de poesía con Una interpretación, aunque también se ha movido por el relato y el artículo periodístico. América (Seix Barral) le ha deparado la mención especial del Premio Biblioteca Breve.

Pregunta. ¿Qué es América?

Respuesta. Una cita de Francis Scott Fitzgerald al comienzo de la novela dice que America era ya más de un concepto, una aspiración del corazón. Viene a resumir el espíritu de la novela. Es una aspiración del corazón, una fiesta mantenida. Es una América emocional, un territorio donde todos los sueños son posibles y donde la fragilidad de esos mismos sueños no es óbice para perseguirlos hasta la extenuación. La novela empieza como una fiesta y se a alargando hasta París.

P. Es una fiesta de la literatura basada en personajes literarios, ¿Es una apología del amor a la literatura?

R. Es una apología de la literatura como motor de la vida para ciertas personas. Está protagonizada por escritores, pero dirigida a todo el mundo. Trata de transmitir a todo aquel ajeno a priori a este mundo la fascinación que la literatura puede despertar.

P. Usted ha tocado diversos registros: poesía, relato, artículo periodístico y novela. ¿Dónde se encuentra más cómodo?

R. No sabría decirlo. Cómodo no me encuentro en nada. Escribir es de por sí incómodo, pero es una pulsión, una necesidad vital y una forma de concebir el mundo. Pero no tanto escribir como observar, el acecho de la realidad, el espionaje de las vidas ajenas. Y esa introspección tiene tanto que ver con las columnas como con la poesía y la novela. La escritura consiste en una mirada, más que en el hecho de escribir.

P. Dentro de la propia novela hay retazos poéticos, ¿Es deliberado o inevitable?

R. Es deliberado porque el personaje de Robert Felton, que es quien supuestamente escribe la novela, al no tener biografía decide contar las vidas de los otros. Es un escritor incipiente y balbucea entre la poesía y el relato, y se le escapan ritmos poéticos. Me ha servido de coartada para hacer una prosa que se pueda leer en voz alta. Me interesa que la prosa te transporte. La musicalidad interior de las palabras es muy importante.

P. La América de su novela es muy diferente a la de sus artículos de opinión, muchos marcados por la guerra de Irak.

R. La América de mi novela es emocional y conceptual, como territorio soñado. La América de ahora, que también tiene una realidad muy rica y variada, tiene esas grandes contradicciones como que sea presidente un señor como Bush, con una política exterior deleznable. Hay muchas Américas. América es mucho más que las hamburguesas o el imbécil de Bush. Lo lamentable es que nos llegue esa imagen y se potencie, y que un presidente llegue allí, ponga los pies sobre la mesa, se fume un puro y se crea el rey del mambo.

P. Después de ganar el Adonais, ¿Cómo se afronta un nuevo libro de poemas?

R. Trato de vivir el hecho creativo con absoluta normalidad y escribir lo que me surge y me apetece sin sentir presión, aunque a veces sea difícil. Mi libro no es mejor o peor por ganar el Adonais. Los premios son casualidades, son fruto del azar. Tengo un segundo libro de poemas que estoy corrigiendo. Veremos si se publica o no porque esto siempre es una aventura. Las expectativas forman parte de la impostura literaria, que le da vidilla al asunto. Tengo una cosa clara, que aunque se nos vaya la vida escribiendo, como decía Cernuda, lo que es cierto es que si dejamos de hacerlo, la vida sigue igual y nadie se va a acordar de nosotros.