Éxito económico, depresión moral
El optimismo de la directiva del Real Madrid contrasta con el desánimo de sus jugadores
El entrenamiento del jueves confirmó a Carlos Queiroz que sus hombres han perdido la moral hasta para salvar el segundo puesto de la tabla y asegurar la gira del verano por diferentes países de la cuenca del Pacífico, parte esencial de la inaudita estrategia económico-deportiva del Real Madrid.
El técnico organizó un partido en campo reducido y mandó colgar balones desde un lateral para rematar a puerta. Su desazón fue ver a los "galácticos" intentar marcarse un gol a sí mismos y no poder. "Hemos estado 20 minutos tirando a puerta sin meter un gol", dijo uno de los ayudantes de Queiroz. Los técnicos están convencidos de que los titulares se han entrenado cada vez peor porque, entre otras cosas, saben que tienen el puesto asegurado: ¿Quién compite con Figo, Beckham, Ronaldo, Roberto Carlos o Raúl...? Al salir del vestuario, el viernes, un miembro de la plantilla no pudo ser más explícito: "Estamos tan mal que veo difícil ganarle al Murcia".
El Madrid termina uno de los años más frenéticos de su historia sin ganar nada importante. Algo inesperado para un club que comenzó la temporada auspiciando el fútbol-poesía, el juego creativo llevado a su máxima expresión, al ataque, y con el respaldo de unos recursos económicos y una campaña publicitaria sin precedentes. El golpe ha sido duro y repercute según el ámbito. En el vestuario, los jugadores dan síntomas de fatiga psicológica. Se habrían ido de vacaciones hace un mes, o se habrían ido a otro equipo, como es el caso de Roberto Carlos o Beckham. En los despachos, y tras experimentar una amargura desconocida, el presidente Florentino Pérez da síntomas de recuperación anímica: ha puesto la primera piedra de la nueva Ciudad Deportiva. Con el optimismo en ristre, sentencia: "Fracaso habría sido quedar sextos en la Liga".
Florentino Pérez está convencido de la validez de su proyecto. A su alrededor cierra filas su equipo de estrategas y técnicos. Gente como el director general corporativo, Carlos Martínez de Albornoz, el director general de márketing, José Angel Sánchez, el director general de la presidencia, Manuel Redondo, o el director deportivo, Jorge Valdano, están convencidos de que el plan presidencial es el mejor. Las cuentas obran a su favor: el Madrid tiene más dinero que nunca para invertir en fichajes. En el entorno presidencial se habla de más de cien millones de euros.
"Tenemos dinero en la cartera y no tenemos deudas con los bancos", dice un alto ejecutivo de la gestión económica; "la situación financiera del club es muy buena". Un hombre del departamento de márketing no vacila: "Para nosotros esta temporada ha sido un éxito. Hemos cerrado tres contratos importantísimos: con Siemens, Telefónica y Audi. Renegociamos el contrato con Adidas y hemos emitido más del doble de los carnés madridistas previstos: más de 300.000 (...) Hasta pensamos en sacar un capote oficial". Otro responsable del club, ligado a la estrategia, asegura: "Ahora demostraremos que el Madrid también puede hacer lo más fácil: fichar defensas".
El equipo que rodea al presidente es sólido y cree en el proyecto. Pero todo depende de un vestuario deprimido. Si hoy el Madrid no saca tres puntos de La Condomina el Barça le podría dejar tercero. Esto obligaría al club a dedicar el mes de agosto a clasificar el equipo para la Liga de Campeones. La gira por la costa oeste de EE UU y por Japón quedaría cancelada, y con ella, otro viaje promocional a la zona más rica del planeta, parte esencial de la política del presidente por hacer del Madrid un club "de proyección universal". La gira tiene un precio: 10 millones de euros.
"Algo se rompió en Mónaco", dijo Zidane. El día que el Madrid quedó fuera de la Liga de Campeones, hace mes y medio, una sensación de desánimo recorrió a los jugadores. "Perdimos la ilusión", reconoce Roberto Carlos. El equipo se derrumbó en Mónaco pero las causas de la fatiga mental se remontan mucho más allá. Incluso al "Motín del Txistu", cuando se acordó no renovar a Hierro, hace un año. Aquello hizo que los futbolistas se sintiesen desprotegidos. De pronto, ya no tuvieron tratamiento aristocrático sino que se vieron sometidos a reglas mundanas, como personajes secundarios, empleados de lujo, huérfanos de líder y, para colmo, sin poder subir al carro de la Cibeles para celebrar el triunfo de la pasada Liga. Ganó el Ayuntamiento.
Los jugadores emprendieron la gira asiática de 2003 con la sospecha de que su trabajo ya no era una actividad sagrada. Era una pantomima en la que pintaban cada día menos. En agosto uno de los hombres con más autoridad en el vestuario, confesó a este periódico que temía que la venta de Makelele al Chelsea fuese un paso más hacia la desintegración de un equipo que había sido "la hostia".
Días antes, tras perder la ida de la Supercopa, en el avión de regreso de Mallorca, los jugadores entonaron a coro un cántico cargado de escepticismo: "¡El Show de Flo, el Show de Flo...!". Era la canción del programa del humorista Florentino Fernández; pero los muchachos evocaban a su presidente, Florentino Pérez, que no iba en el vuelo.
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