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AUTOMOVILISMO | Gran Premio de España de fórmula 1

'Jet set' Button

Icono de la farándula y estigmatizado tras cuatro años dando tumbos, el piloto británico recupera el perfil de sucesor de Michael Schumacher

Robert Álvarez

Jenson Button (Frome, Inglaterra; 1980) era ya todo un estereotipo de la dolce vita con sólo 20 años. Famoso y multimillonario, tenía un pie en la fórmula 1, era propietario de un Ferrari Modena, de un lujoso ático en Montecarlo, de una casa en Inglaterra y de un yate de 22 metros al que bautizó con el nombre de Little Missy. Cuatro después, acaba de firmar un contrato con el servicio de Internet de la BBC que refuerza los argumentos de quienes le auguran una futura carrera de actor. Es el novio de Louise Griffiths, cantante que hace unos meses concursó en uno de los programas de televisión con más audiencia en el Reino Unido, Academia de la Fama. Un sector de la prensa británica le apoda Jet set Button y le reprochó en su día que se desviara del camino que le predestinaba a suceder al alemán Michael Schumacher.

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La primera vez que se sentó a los mandos de un fórmula 1, en 1999, durante unos ensayos con el equipo del francés Alain Prost, marcó el mejor tiempo. Sorprendió a todos. Pasó directamente de la F-3 a la F-1 sin pasar por la F-3.000, un salto que sólo unos privilegiados han franqueado, caso de Piquet, Hakkinen, Trulli, Brundle o Senna, y que es criticado, por excesivamente prematuro, por Joddy Scheckter, ex campeón y ex propietario del equipo Ken Tyrrell. Pero Button poseía un don especial. Joan Villadelprat supo verlo de inmediato. "Es rápido, no comete errores y no te das cuenta de que es la primera vez que está en la F-1", decía el entonces director de Benetton. En esa apreciación coincidieron los responsables de una escudería puntera como Williams, que le dieron la oportunidad de empezar a lo grande.

A los 20 años se convirtió en el piloto más joven que sumaba un punto en la F-1. Pero desde entonces todo fue muy duro: sus dos decepcionantes temporadas en Renault, escudería en la que fue relevado por Fernando Alonso, y el dramático accidente, saldado sin consecuencias, que sufrió en el Gran Premio de Mónaco en junio de 2003.

Pero en el equipo BAR Honda, Button se ha reencontrado con sus mejores sensaciones. Su rendimiento es tan espectacular como el de su cuadro favorito de fútbol, el Mónaco de Morientes, finalista de la Copa de Europa. Puntuó en Australia, subió al tercer escalón del podio en Sepang y Bahrein y en Imola, en su 73ª participación en un gran premio, rodó ocho vueltas en la cabeza y sólo fue superado por Schumi. En el circuito italiano logró su primera pole position, la primera en la historia de BAR, la primera de un bólido con motor Honda desde que el brasileño Ayrton Senna la obtuviera en 1992 y la primera de un británico desde que David Coulthard fuera el más rápido en Mónaco en 2001.

Ha aprendido a prestar menos atención a la frivolidad que propicia la fama y más al trabajo que le permite gozar de ella, argumentan quienes antes le criticaban. Su cotización ha subido como la espuma. El director de BAR, David Richards, que prometió que le llevaría al título mundial en cuatro años, confía en hacer valer la cláusula por la que su contrato queda renovado automáticamente si la escudería obtiene unos mínimos resultados. Williams está a la expectativa de poder recuperarlo. Y el director técnico de Ferrari, Ros Brawn, ha revelado que Button está muy bien situado para sustituir a Schumacher cuando el campeón decida retirarse. Sería el sueño del hijo de John, un ex campeón de rallycross que fue quien le introdujo, cuando tan sólo tenía ocho años, en el mundo del motor. A esa edad, participó y ganó su primera carrera de karts.

Admirador de su compatriota Nigel Mansell, junto a Damon Hill uno de los últimos campeones del mundo de F-1, tan añorados en Gran Bretaña, Button, en una entrevista publicada la semana pasada por The Guardian, hacía gala de su ambición: "No estaría en la fórmula 1 si no pensara que un día puedo ser el campeón. Me decepcionaría mucho no conseguirlo. Estoy muy obsesionado con las carreras. Soy un fan enorme de Mansell porque él amó todo lo que forma parte de la fórmula 1: la velocidad, el peligro, los entusiastas. Y era muy emotivo en la competición. A mí me sucede lo mismo".

Button, por fin, vuelve a estar en la estela de Schumi.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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