El Grupo Guascor se parte en dos
Mercapital y Arregui salen de la empresa con la división eólica y Grajales se queda con el resto y renegocia la deuda
El Grupo Guascor, cuya facturación consolidada ronda los 260 millones de euros, se ha partido en dos. El socio financiero Mercapital y Juan Luis Arregui dejan el grupo y se quedan con la filial Corporación Eólica (CESA), un negocio "maduro" con una cuenta de resultados positiva. Joseba Grajales, el tercer socio, se queda con el resto, la fábrica de motores de Zumaya y la división de desimpacto ambiental, negocios de "futuro" sobre los que se "ultima" la renegociación de la deuda.
Grajales ha puesto en venta su participación en CESA, valorada en unos 100 millones, para reinvertirla en su parte del negocio
Guascor cree que sus negocios de generación eléctrica y desimpacto ambiental generan valor y serán rentables en cuatro años
En 1993, Joseba Grajales y Juan Luis Arregui sacaron a flote la fábrica de motores marinos que Guascor tenía en Zumaya (Guipúzcoa). Desde entonces el ritmo de crecimiento de la empresa ha sido imparable con unas inversiones acumuladas hasta 2003 de 1.000 millones de euros, pero también con un alto endeudamiento. La deuda de la cabecera, según el último balance depositado en el Registro Mercantil, se elevaba a 77.179.000 euros. Las filiales también soportan un nivel de deuda alto (véase gráfico con la situación del grupo antes de su segregación y de sus principales filiales). La cuenta de resultados tampoco sabe de números negros.
José Galíndez, consejero delegado del Grupo Guascor, asegura que los negocios de Guascor están todavía en proceso de creación de valor y que en cuatro años los resultados de la compañía serán completamente diferentes. Así, traza un paralelismo entre las líneas de negocio que permanecen en Guascor y CESA. Considera que la división eólica es ya un negocio "maduro", en la senda del beneficio y con un marco regulatorio apropiado, pero que no lo era hace cuatro años, ni cuando se creó. Asegura que los negocios de desimpacto ambiental de Guascor (Biomasa, tratamiento de purines y de neumáticos) madurarán en la misma dirección.
Pero más allá del análisis de Galíndez, el mismo que está llevando la empresa a los bancos, Guascor se encuentra en un momento difícil. La división de la empresa crea unos retos. Arregui, hasta ahora socio mayoritario de Guascor, y Mercapital, con el 35%, se quedan con el 75% de CESA y dejan el resto del grupo en las manos de Grajales, quien cuenta con una participación en el negocio eólico de un 25%. Este porcentaje se encuentra en proceso de venta y tiene al banco de negocios Dresdner Kleinwort Wasertein como asesor. El dinero de la operación, que fuentes próximas a la misma cifran en unos 100 millones, será inyectado en el Grupo Guascor.
"Acuerdo básico cerrado"
Con estas premisas, Galíndez se encuentra negociando con las banca una refinanciación global de la deuda. Según aseguró el pasado viernes a este diario, las negociaciones, esenciales para el futuro de la compañía, se encuentran muy próximas a ser cerradas. No cree que el proceso se alargue más del 15 días tras dos meses de negociación porque el "acuerdo marco básico se cerró el viernes". En todo caso, considera que el pacto va a ser bueno y generador de valor para ambas partes.
La salida de CESA como negocio maduro y un repaso a las actividades que permanecen en Guascor ofrece los motivos tanto de la reestructuración financiera como de la política de negocios. Guascor, SA, la fábrica de motores se presenta como un negocio sólido, pero que precisa una constante inversión en I+D. Este servicio se ofrece desde Guascor I+D, centro tecnológico de coste ubicado en el Parque Tecnológico de Miñano en Álava y que da servicio a todo el grupo. En Zumaya se fabrican también los motores de gas que se utilizan en las plantas de desimpacto ambiental y de cogeneración eléctrica.
Hasta ahora Guascor realizaba instalaciones que luego gestionaba, como la de generación eléctrica en tres Estados brasileños de difícil acceso. Este negocio, que se paga en dólares y que recibe sus ingresos en reales, se encuentra desde hace seis meses en venta. La fluctuación de la moneda brasileña lo hace inestable. Se quiere mantener una presencia de mero socio tecnológico. En este campo, así como en el de cogeneración, centrales minihidráulicas y vertederos se quiere dejar la gestión para dedicarse solamente a la promoción y la entrega de proyectos llave en mano, un cambio global de estrategia.
Pero el corazón de la empresa es el desimpacto ambiental que jurídicamente cuelga de Guascor Explotaciones Energéticas, una empresa con una situación financiera delicada. Galíndez asegura que estas áreas de negocio no estarán plenamente maduras hasta dentro de cuatro años. En todo caso, el trabajo en este campo se va a centrar en tres áreas de generación eléctrica: tratamiento de purines (resto de alimentos y excrementos de cerdos), tratamiento de neumáticos y energía con biomasa. El negocio de aceites se ha reducido. La planta de Vitoria está cerrada y se mantienen dos en Galicia y una en Italia. La intención es no crecer más en este campo. Galíndez cree que el negocio es no tanto del que trata el aceite como del que lo recoge y Guascor sólo lo recoge en las inmediaciones de las tres plantas abiertas.
Apuesta por el neumático
De hecho, tenía una concesión en Italia para montar otra planta de aceite que han logrado cambiar por otra para reciclar neumáticos. Actualmente Guascor cuenta con una planta en Galicia que, con una capacidad de tratamiento de 12 millones de toneladas, trata sólo un tercio. Sin embargo, creen que su tecnología de gasificación del neumático y venta de los residuos, para lo que aseguran están abriendo un nuevo mercado, será el mejor modelo para reciclar este residuo que a partir de 2006 no podrá ser depositado en vertederos ni siquiera troceado, según normativa de la UE.
Tanto esta línea de negocio, como purines y biomasa, precisan un marco regulatorio apropiado y desde Guascor aseguran que el real-decreto aprobado este año por el Gobierno del PP no lo es y dificulta el desimpacto. Consideran que el PP ha creado un buen marco para la energía eólica, pero "ha aplazado la solución" para las otras. El problema radica en que con la actual prima eléctrica el negocio no cuadra.
Los purines se mantienen activos y a la espera de una renegociación del marco con la nueva Administración. Guascor tiene seis plantas activas y aspiran a contar con ocho o diez más. El Ministerio de Agricultura tiene un plan para construir 50 y todo el sector, agrupado en la Adap, tiene paralizadas las inversiones.
En Biomasa aseguran que sus minicentrales que generan biogas frente a las de combustión, de mayor potencia instalada, son el modelo a seguir porque no hay residuos madereros y agrícolas suficientes, sin grandes traslados y sin disparar los costes, para las grandes instalaciones.
Divorcio
Hace 30 años, Juan Luis Arregui y Joseba Grajales pusieron en marcha un taller de mecanizado para el sector metalúrgico de nombre Gamesa. Desde entonces el negocio ha dado muchas vueltas y la vida de estos dos empresarios también lo ha hecho. Hasta este año siempre han ido juntos. Grajales con 51 años y Arregui con 62 eran una pareja discreta. Se sabía de ellos, pero ocultaban su imagen. Mientras Arregui mantiene una vida pública de perfil bajo, pese a ser consejero de Iberdrola con un 0,7% del capital, Grajales salió al escaparate en 2002 al recibir el premio al Mejor Empresario vasco.
La llegada de la Corporación IBV en 1990 a Gamesa fue paulatinamente desplazando a los fundadores, que mantienen participaciones en el capital. De hecho, Arregui con el 2,67% es el primer accionista individual. La necesidad de abrir nuevos negocios les llevó a reflotar la fábrica de motores Guascor, donde entraron en 1993, y a crear un negocio energético y de desimpacto a su alrededor.
Uno de los pilares de Guascor ha sido el crecimiento rápido. Pero pese a ser el negocio estrella de los dos empresarios no ha sido el único. Paralelamente desarrollaban empresas forestales, ganaderas y agrícolas y mantenían la sociedad patrimonial Tornusa. Ésta fue el pasado año la primera en romperse. Discrepancias en la gestión y la conciliación de los intereses familiares les han llevado a un divorcio global y civilizado, sin escándalos, con la marca de la casa.
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