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Reportaje:EL DIFÍCIL 'PUZZLE' DE EUROPA

Una inyección de solteros preparados

Gabriela Cañas

La ampliación puede aportar a la vieja UE exactamente lo que se supone que ésta necesita: nueva mano de obra joven y bien preparada. Sin embargo, 13 de los 15 países de la vieja Unión les cierran sus puertas por temor a una avalancha que desestabilice sus sistemas de Seguridad Social. Todos los estudios desechan tal avalancha y la inoperancia de imponer barreras a uno de los más sagrados principios de la UE: la libertad de movimientos de sus ciudadanos. Pero en este asunto, todos los miedos de los países ricos, a los que se han sumado España, Grecia y Portugal, se han hecho patentes en un gesto que los nuevos encajan con desagrado.

La última cifra que se baraja es la llegada a Europa del Oeste de un máximo anual, durante los próximos 10 años, de 220.000 personas en edad laboral, una cifra insignificante comparada con la población global europea, 450 millones de habitantes. Algunos consideran que ni siquiera se alcanzará tal cifra. Marek Dupiszevski, experto polaco en migraciones, por ejemplo, ya ha advertido que esos datos se basan en declaraciones de intenciones. "La gente responde estar dispuesta a emigrar a la UE-15 de la misma manera que respondería afirmativamente si le preguntaran si quiere ser rico o tener buena salud", explicaba Dupiszevski recientemente al rotativo La Libre Belgique.

Trece de los países de la UE-15 han decidido mantener cerradas sus fronteras al libre paso de los nuevos ciudadanos por un mínimo de dos años
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La Comisión Europea lleva meses también intentando convencer a las capitales de que no es necesario poner trabas a los nuevos europeos demandantes de trabajo. La actualización de sus estudios arroja cifras a la baja. Donde hace sólo tres meses se hablaba de 235.000 personas en edad laboral provenientes de los 10 nuevos socios, ahora se habla de 220.000, que serán 150.000 a partir de 2014.

El ejemplo español

El ejemplo español es uno de los argumentos más socorridos. La UE de sólo nueve socios estaba aterrada ante la avalancha de emigrantes españoles que sin duda invadirían sus asentados sistemas de bienestar cuando España se adhiriera. La realidad de lo ocurrido es elocuente: de los 200.000 emigrantes de los años setenta se pasó poco después de la adhesión, en los años noventa, a los 3.000.

Los países del Este recuerdan además que los jefes de Estado o de Gobierno de los Quince firmaron en 2000 la conveniencia de dinamizar la economía europea impulsando, precisamente, la libre circulación de los trabajadores.

Con tantos compromisos y argumentos a favor de dinamitar las fronteras en este terreno, 13 de los países de la UE-15 han decidido mantenerlas cerradas por un periodo mínimo de dos años. Los tratados de adhesión permiten prolongar tal situación hasta un máximo de siete años. Es la única cláusula de salvaguardia a la que han recurrido los ricos.

Sólo se ha mantenido firme en su posición de dejar las puertas abiertas la pequeña Irlanda, un país antes pobre que ahora es uno de los más ricos de la UE-15 gracias a un crecimiento económico medio del 5,1% en las dos últimas décadas. Irlanda sigue necesitando mano de obra cualificada.

Pero también se puede considerar que el Reino Unido mantiene las puertas abiertas. Así lo afirman los países del Este, que ven incluso lógica la decisión del Gobierno de Blair de restringir de forma transitoria sus derechos sobre prestaciones sociales. "Es normal que exijan un poco de tiempo antes de dar acceso a la Seguridad Social para evitar el turismo social", explica un diplomático polaco.

En el resto de los socios europeos del Oeste, las restricciones equivalen a seguir considerando extranjeros a los nuevos europeos, exigiéndoles permisos de trabajo previos como hasta ahora, lo que para los políticos del Este es un gesto insolidario y antipático. Un gesto que, a la postre, impone más barreras psicológicas que reales, añaden, porque en estos países no hay tradición de emigrar y los que buscan trabajo en el Oeste ya están asentados aquí, legal o ilegalmente. De momento, sólo Suecia está ahora revisando su sorprendente decisión de sumarse a los que quieren mantener las barreras.

Los países más duros en este terreno son Alemania y Austria. Son, de hecho, los que exigieron esa cláusula de salvaguardia hace ya tres años. Alemania puede ser, sin duda, el país más afectado por la ampliación, aunque también el más beneficiado por el nuevo mercado abierto en sus proximidades. Los analistas consideran que la mayor parte de ese flujo total de 220.000 trabajadores anuales intentarán asentarse en ese país, que, por otra parte, entre 1995 y 2001 ha visto cómo su industria ha cuadruplicado sus inversiones en la Europa del Este.

El alto nivel de desempleo tanto en el Este como en el Oeste es un argumento sólido en contra de cualquier nueva presión migratoria. En la UE-15, la tasa de paro es del 8%, y en los 10 nuevos países comunitarios, del 14,2%. Alemania es además el que tiene, después de España, la peor situación en este terreno (9,3%).

Los datos del Eurobarómetro que maneja la Comisión Europea aseguran, sin embargo, que el paro no es tan determinante. De los encuestados en el Este sobre sus intenciones de emigrar, sólo el 2% no tiene trabajo. Pesa mucho más la situación familiar (el 70,4% vive solo y el 26% está casado o vive en pareja). El candidato tipo es, en fin, un joven con estudios superiores o todavía estudiante que vive solo o sin personas a su cargo.

La opulenta vieja Europa

Un factor que puede venir a dar la razón a los más temerosos de la avalancha es la sima existente entre la opulenta vieja Europa y los países que ahora se suman, que apenas superan el 40% del PIB medio de la UE-15, un nivel similar al que tenía España en los sesenta. Por muchas barreras que se intenten imponer, parece lógico que los jóvenes del Este busquen una vida mejor y huyan del paro, pero también de sueldos que son la quinta parte de lo que percibe, en el mismo empleo y la misma categoría, un español o un austriaco.

Según la Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y Trabajo, las jornadas laborales de estos 10 países son más prolongadas: 44,4 horas semanales frente a 38,2 en la UE-15, si bien la de los polacos es de 45.

Según datos de Eurostat, la oficina estadística europea, en el periodo de 1995-1999, como media, sólo el 0,1% de la población residente de la UE se movió hacia otro país de la Unión.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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