El 1º de Mayo, de ayer a hoy
Repasar la historia del Primero de Mayo, nos facilita poder hacer una valoración justa de lo que los sindicatos y los partidos de izquierda hemos conquistado (los parias de la tierra somos ciudadanos con derechos) y de los retos sociales, políticos y cívicos a los que tenemos que responder. En 1890 comenzó a celebrarse el día 1º de Mayo en todos los países donde hubiera un movimiento obrero organizado, una jornada de manifestación reivindicativa. Es muy importante la simultaneidad de dicha celebración, vinculando la solidaridad de todos los pueblos, basada en la idea de que las contradicciones de intereses entre las naciones-estado derivan de la competitividad propia del capitalismo. Excelente aportación a la necesaria desnacionalización del debate sindical y político en la actualidad.
Es necesaria una política global que gobierne y discipline la economía global
Conviene recordar, por su alto significado social, sindical y político, el conjunto de reivindicaciones que UGT y PSOE hicieron en España en 1890: "Limitaciones de la jornada de trabajo a un máximun de 8 horas para los adultos. Prohibición el trabajo de los niños menores de 14 años, y reducción de la jornada a 6 horas para los jóvenes de ambos sexos de 14 a 18 años. Abolición del trabajo de noche, exceptuando ciertos ramos de industrias cuya naturaleza exigen funcionamiento no interrumpido. Prohibición del trabajo de la mujer en todos los ramos de industrias que afecten con particularidad al organismo femenino. Abolición del trabajo de noche de la mujer y de los obreros menores de 18 años. Descanso no interrumpido de 36 horas, por lo menos, cada semana para todos los trabajadores. Prohibición de ciertos géneros de industrias y de ciertos sistemas de fabricación perjudiciales a la salud de los trabajadores. Supresión del trabajo a destajo y por subasta. Supresión del pago en especies o comestibles y de las cooperativas patronales. Supresión de las agencias de colocación. Vigilancia de todos los talleres y establecimientos industriales, incluso de la industria domestica, por medio de inspectores retribuidos por el Estado y elegidos, cuanto menos la mitad, por los mismos obreros".
Este impulso reivindicativo ha convertido el siglo XX en un siglo de conquistas para los trabajadores de una parte del mundo. En el siglo XXI, los avances alcanzados tendrían que extenderse al mayor número posible del resto del países que faltan por conseguirlas y, se tendrán que resolver sencillamente los problemas de calidad en cuanto esos derechos. Lo que viene llamándose la Tercera Generación de los Derechos, los derechos sindicales, son también derechos humanos, y como tales hay que extenderlos a todos los trabajadores del mundo.
¿Cómo hacer frente al impacto de la globalización en los derechos sociales y laborales? El profesor Alain Touraine ha distinguido metodológicamente entre mundialización - elemento continuador de las tendencias aperturistas que se aceleran en la segunda parte del siglo XX- y la globalización -fenómeno rupturista con el pasado, proceso nefasto mediante el cual los pueblos han cedido el poder sobre sus economías a fuerzas globales y antidemocráticas-. Esta globalización económica se realiza bajo criterios neoliberales: desregulación de los mercados de capitales y laborales, reducción del gasto público, privatización de los servicios sociales y consolidación de los ajustes estructurales. Aparece el poder despersonalizado y global del planeta, constituido por cuatro organismos centrales: el FMI, la OCDE, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio. En el seno de estas cuatro instituciones se elaboran las políticas que los diferentes gobiernos tienen que imponer a sus sociedades, pervirtiendo así el sentido de la democracia y el contrato social.
Recientemente el secretario general de la Confederación Europea de Sindicatos, John Monks, declaraba: "La ausencia o la debilidad de las instituciones democráticas mundiales destinadas a defender el bien común y a reflejar la voluntad del pueblo favorece el traspaso del poder de los gobernantes, expresión de la voluntad popular, a dirigentes no electos del capital mundial. (...) Las leyes del mercado no regulan los desastres que ellas mismas han venido provocando. No generan justicia automáticamente. No exigen el respeto de los derechos humanos para poder prosperar o funcionar. La pobreza aumenta al tiempo que se acumulan y concentran las riquezas como nunca antes se había visto".
En el enfrentamiento histórico entre capital y trabajo, el que de verdad no reconoce fronteras ha sido el capital, mientras que las regulaciones laborales y los sindicatos se mantienen dentro de ellas. Todos los 1º de Mayo son una llamada y una advertencia a la necesidad de una política global que gobierne la economía global, con una legislación capaz de construir políticas institucionales globales y un sistema jurídico universal que tenga capacidad real para tutelar y sancionar a personas, grupos o naciones. Al igual que las clases dominantes se alían internacionalmente para mantener su poder, es necesaria una alianza internacional de los trabajadores.
La nueva realidad del terrorismo internacional nos plantea el interrogante de si el debate histórico de combinar igualdad con libertad va a ser sustituido por el de libertad con seguridad. Si algo define la esencia ideológica del movimiento obrero es el haber fundido los conceptos de libertad e igualdad, poniendo de manifiesto que la libertad se transforma en privilegio de unos pocos cuando no hay igualdad.
Por esto, aquellas reivindicaciones de ciudadanía social de 1890 se concretan, en este 1º de Mayo, en lo que hemos denominando modelo social europeo: alto gasto en protección social, papel regulador del Estado, participación institucional de los agentes sociales y vinculación del desarrollo económico con el social. La nueva Constitución Europea debe posibilitar un gobierno económico y social de la Unión Europea que evite una confrontación entre países de un tipo de economía competitiva desleal, basada en el dumping social y fiscal y en el recorte de derechos laborales y sociales que creíamos ya conquistados y consolidados.
Carlos Trevilla Acebo es representante de UGT en el Consejo Económico y Social de Euskadi.
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