Amabilidad y cariño

Alguna vez alguien calificó como cariñoso el pop que factura la banda donostiarra La Oreja de Van Gogh. No iba desencaminado, y ya podría decirse que estos chicos son los reyes de ese género. Amabilidad, ternura, cariño, quizá blandura, son las armas que se barajan en sus canciones, todas llevadas por lo sencillo de la melodía y la dulzura de la voz de Amaia Montero. Tienen predicamento en una amplia masa de seguidores adolescentes y jóvenes. Las ventas de Lo que te conté mientras te hacías la dormida, su último disco, han rebasado con creces el millón de copias.

Al principio el sonido no fue del todo correcto, pero lo superaron. Amaia Montero tuvo mucho que ver. Su dicción es cristalina y limpia. Su sencillez y ausencia de pretensiones la hace muy cercana al público femenino, que la imita. Son, lo que se dice, chicos normales abrumados, como tantos, por los atentados de Madrid, que los donostiarras no olvidaron. El cariño que la banda exteriorizó hacia tanto sufrimiento fue sincero; acaso sea eso la clave de su éxito. No hay poses. Son tal cual: cariñosos y amables, como se les ve. Y la música que hacen es fiel reflejo de esa forma de ser.