El gran circo de la democracia
Rahul Gandhi parecía el mesías, el 5 de abril, entrando en la polvorienta ciudad de Amethi vestido con un kurta-pijama blanco y saludando a las masas desde el techo del todoterreno sentado en postura yogui. Los pétalos de rosas y el polvo rojo que le tiraban sus seguidores casi no le dejaba ver ni a él ni a su hermana Priyanka, también hija del ex primer ministro Rajiv Gandhi, asesinado en 1981. Fue un momento en el que toda la India recordaba al fallecido Rajiv haciendo campaña años antes, y que culminó con un Rahul rellenando en la oficina local el formulario de candidato casi aplastado por una comitiva de familia y seguidores. "Pensé que debería hacer algo por la gente que amó a mi padre. Por eso decidí lanzarme a la política", confesó a los periodistas. La quinta generación de los Gandhi se colocaba en la rampa de salida.
La dinastía Gandhi, que controla el histórico Partido del Congreso, tiene dos puntas de lanza: Sonia, viuda del asesinado Rajiv, y su hijo Rahul
Un buen monzón ayudó en 2003 al crecimiento económico y dio alas al partido en el poder, cuyas consignas son 'India brilla' y 'Me siento bien'
Raúl es hijo de Sonia Maino, una italiana de Turín que conoció a Rajiv Gandhi en 1965 en la Universidad británica de Cambridge. Se casaron en Nueva Delhi en 1968. Sonia tomó el estandarte del Congreso cuando su marido fue asesinado, pero, aunque preside el partido, asegura que no quiere ser primera ministra. Su hija Priyanka no es candidata, pero hace campaña, y con mucho éxito.
Nieto de Indira Gandhi, la hija de Nehru que gobernó la India en los años setenta, Rahul intentará ganar su sillón en la Cámara baja por el Partido del Congreso, el principal partido de la oposición. Los votos para Rahul vendrán de la ciudad de Amethi, uno de los 543 distritos electorales del país que elegirán un representante cada uno, en unos comicios que se iniciaron el pasado día 20 y que se extenderán durante tres semanas.
Tres semanas de votación
Amethi, feudo tradicional de la familia, refleja la realidad más sombría del gigante asiático de 1.000 millones de habitantes, en donde casi 500 millones viven con menos de dos euros al día y 700 millones trabajan arando y recolectando. Ocho de cada 10 votantes potenciales de Rahul están en el paro, y 6 de cada 10 son analfabetos. Más de la mitad de la población carece de agua potable, y otros tantos sufren severos cortes de electricidad. Unos 675 millones de personas están llamadas a votar en el país que presume de ser la mayor democracia del mundo. Las urnas se estrenaron el día 20 en algunos Estados, lo harán el 26 en Goa o Bombay y finalizan su recorrido el 10 de mayo en Delhi y Madrás. El proceso debe su lentitud a la compleja maquinaria de interventores y observadores, que se desplazan de región a región para garantizar la transparencia de los comicios y el buen uso del recién nacido sistema de voto electrónico.
Aparte de la institución de la familia, a los indios hay dos cosas que les apasionan: el críquet y las películas de Bollywood, industria cinematográfica de Bombay que produce más que Hollywood. En el cine, el espectáculo comprende unos números musicales con los protagonistas bailando y rodeados de mucho color: puro entretenimiento, que se traspasa a la política. Por los altavoces, en un mitin del partido de los Gandhi, se escuchan antiguos éxitos de música hindi, y en el palco asoman grandes retratos de la saga familiar.
En estos días se ha visto al casi octogenario primer ministro Vajpayee con el turbante de maharajá o la espada de guerrero, según el tópico que el mitin local requiriese. Pero no sólo se visten como héroes, sino que los fichan. Una una avalancha de famosos actores y actrices como Hema Malini -la Sofia Loren india- no sólo se afilian al partido favorito, sino que son nombrados candidatos y lanzados a la arena. Una estrella es la mejor publicidad para un partido. Cantantes, jugadores retirados de críquet y hasta el premio Nobel V. Naipaul se dejan fotografiar en la sede de los partidos, especialmente en la del Bharatiya Janata (BJP), la formación en el poder. "Todo ser humano sueña con ver a su héroe en la realidad, y por ellos se congrega mucha gente en los mítines", apunta Pankaj Chaudhary, un portavoz del partido. Precisamente la semana pasada, una famosa actriz de 32 años murió en accidente aáreo mientras hacía campaña para el BJP.
Poco importa que decenas de candidatos en estas elecciones tengan historial criminal por robo o extorsión, lo principal es entretener al electorado. El trágico suceso de las 22 mujeres pobres que perdieron la vida por abalanzarse para conseguir un sari que regalaba un político en su cumpleaños puso en evidencia que las antiguas prácticas de agasajo a cambio de votos todavía colean, aunque estén prohibidas y sancionadas por la poderosa Comisión Electoral.
Política espectáculo
En una India con una mayoría de ciudadanos sin televisión ni rupias en el bolsillo, es fácil transportar a un poblado de chabolas en autobús a un mitin. El contenido del discurso es lo de menos. "Antes no pasaba", dice Santish Jacob, periodista de la sección india de la BBC y la televisión nacional Doordarshan. "La mitad de la industria del cine hace campaña. Los partidos no hablan de problemas como la falta de desarrollo o educación. Sólo hay ataques personales y discursos vacíos".
Efectivamente, la marginación de los 150 millones de musulmanes o los 40 millones de cristianos por un Gobierno nacionalista hindú no se aborda en casi ningún mitin. Tampoco se habla de los preocupantes suicidios de los agricultores o de la ingente corrupción. La cuestión de "la procedencia extranjera" de la líder de la oposición, Sonia Gandhi -nacida en Italia-, es la más mencionada por sus adversarios como una minusvalía que la descalifica para el puesto.
Las conversaciones de paz con Pakistán también están forjando la imagen de Vajpayee como gran estadista y hombre de paz, en un momento en que se adivina posible una solución para la disputada región de Cachemira. "Sonia tiene menos carisma y, además, mucha gente la ve como extranjera y poco preparada. Pero todo puede pasar; en la India se vota con frecuencia para echar a quien está en el poder, para ver si el nuevo lo hace mejor", dice Pami Bahl, que trabaja y vive en Delhi. Sonia Gandhi y el Congreso saben que, aunque Rahul arrastre a masas nostálgicas en Amethi, lo tienen difícil, porque el resto de la India parece sentirse bien con este Gobierno.
Hijos, primos, cuñados y demás parientes
BUENA PARTE DE LOS TITULARES de campaña resaltan las críticas a la sucesión dinástica de los Gandhi en el partido, como si fuese un negocio familiar. Pero los que acusan, entre ellos el partido favorito, el nacionalista conservador BJP, tampoco se esfuerzan por poner un límite al nepotismo entre sus filas. Hijas, primos o cuñados del pariente ministro o diputado se convierten en candidatos preferenciales al Parlamento, como la sobrina del primer ministro, Vajpayee, o los hijos de la presidenta del Rajastán o del ministro de Economía.
Hay algún precedente extremo en Estados sumamente corruptos: Laloo Prasad, ex gobernador de Bihar, un Estado del norte de 83 millones de habitantes, colocó a su mujer, ama de casa y casi analfabeta, al frente del Gobierno cuando fue obligado a dejar el puesto por sus implicaciones en escándalos de corrupción.
"A veces se nota el legado que dejaron no hace tanto los maharajás, ese respeto por la dinastía, por determinadas familias con poder", apunta un diplomático europeo en Delhi.
Hay espacio para todas las opciones y tendencias. Hay partidos basados en la defensa de alguna de las 16 lenguas oficiales, el integrismo religioso o las diferentes castas o comunidades. Los eunucos, por ejemplo, son en las encuestas la tercera fuerza en el Estado de Madhya Pradesh. También tienen éxito agrupaciones como el partido de los descastados (BSP), con un elefante como logo y la promesa de su líder de favorecer a las castas más bajas, o el Partido Samajwadi, que promete eliminar las importaciones de artículos de lujo para "frenar la degeneración cultural que viene del Oeste". El Partido Comunista de la India-Marxista también cuenta con su bolsa de votantes, y, como los demás, jugará a los pactos. De las alianzas dependerá el futuro Gobierno indio, no en vano la actual coalición en el poder está formada por más de 20 partidos.
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