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FÚTBOL | 34ª jornada de Liga

La solución estaba en casa

Dos empleados del Celta logran taponar desde el banquillo la hemorragia defensiva del equipo en los periodos de Lotina y Antic

La solución a las extravagantes goleadas sufridas por el Celta no residía, al parecer, en las revoluciones tácticas de Miguel Ángel Lotina ni en el vuelco ofensivo de Radomir Antic. Los remedios eran de andar por casa. Al menos, eso se deduce del estreno de los nuevos inquilinos del banquillo: Moncho Carnero y Rafa Sáez, dos empleados del club que se han propuesto resolver los males desde la defensa. Tres partidos después, el equipo no juega mucho mejor, pero la hemorragia defensiva parece controlada. Los celestes no han concedido ningún tanto en esos últimos 270 minutos, lo que les ha permitido sumar cinco puntos y aliviarse algo de la sensación de desahucio que les aplastaba.

Carnero y Sáez: "Mientras recobramos la tranquilidad, mejor no asumir riesgos"

Carnero era el eterno segundo entrenador. A lo largo de su carrera, había acompañado en Balaídos a Txetxu Rojo, Fernando Santos, Javier Irureta, Víctor Fernández, Lotina y Antic. Cuando el serbio abandonó recientemente el barco al que se había subido en plena zozobra, la directiva dudó entre él y el técnico del filial, Rafa Sáez, para hacerse cargo del conjunto. Finalmente, optó por una decisión salomónica: una especie de tándem con un difuso reparto de atribuciones.

La primera tarea consistió en consolidar la defensa, en la que Sáez venía brillando al frente del Celta B, el cuadro menos goleado de todas las categorías nacionales durante la mayor parte de la temporada. Y por ahí ha renacido la esperanza.

La nueva consistencia de la retaguardia se basa en la continuidad. En 30 partidos había alineado el Celta nada menos que 19 coberturas distintas con hasta 11 parejas de centrales y una surtida profusión de dibujos. Ahora, toda la afición sabe por fin cuál es la zaga titular, que ya no cambia según el rival. Con Berizzo y el recuperado Méndez en el centro y Velasco y Juanfran en los laterales, el Celta se parece más al equipo del curso pasado, cuando fue con 36 tantos el segundo menos goleado de la categoría, que al de lo que iba de éste: el más batido, con 60 en los primeros 29 encuentros.

Salvo en la regularidad de los mismos cuatro hombres, el modelo recuerda al que llevó al Celta de Lotina a la Liga de Campeones. Con la defensa cerca de la portería y sin contemplaciones en el despeje del balón, Carnero y Sáez han puesto término, de momento, a las pérdidas de la pelota en las zonas calientes del campo y a los tradicionales errores de bulto que explican que los celestes salieran tres veces de su estadio con cinco goles en contra y otras dos como visitante con cuatro. "Mientras recobramos la tranquilidad, mejor no asumir riesgos", comenta Sáez, que atribuye la permanencia del mismo cuarteto defensivo a los resultados: "Si el marcador acompaña, ¿para qué cambiar?".

Carnero, que coincide en que la continuidad está determinada por el buen comportamiento del equipo, no oculta que, cuando se hicieron cargo del grupo, Sáez y él concluyeron que había que reconstruirlo desde atrás. Era el diagnóstico que aconsejaba la lógica de los números, pero también el que determinaba su condición de antiguos zagueros. Pese a la diferencia de edad -Sáez es diez años más joven-, ambos formaron durante cinco campañas el núcleo de la defensa del Arosa de Vilagarcía en un anticipo de la sociedad que ahora intenta reflotar al Celta.

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