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Columna
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Lectura

Maravillosamente editado, como suele hacer Pre-Textos, con muy precisas notas a pie de página, en Blues, Maribel Cruzado ha seleccionado y traducido unos poemas de Lanstong Hughes siguiendo los elementos más importantes de su obra, como son la música, la afirmación de la negritud, el deseo de integración social y racial y, sobre todo, el problema de identidad. El prólogo es un relato muy interesante de la autora sobre la vida del poeta en el que me ha conmovido una frase de Lanstong Hughes: "Vivía con mi abuela y me sentía muy sólo y muy triste. Fue entonces cuando recurrí a la lectura y empecé a creer en los libros, en los que, si la gente sufría, lo hacía con un lenguaje maravilloso y no con monosílabos, como lo hacíamos en Kansas...".

¡Es tan importante acabar con los monosílabos! Y sólo se consigue leyendo. Lanstong Hughes no volvió a demostrar tristeza en los sufrimientos; su estado de ánimo se escondió en lo profundo para que de él sólo saliera arte literario y musical. No se puede pedir eso a nadie. Aunque mucha gente esconda sus penas porque nadie las escucha, porque a nadie le apetece oír tristezas, no se puede esperar que los niños o los jóvenes se sientan solos y tristes para que comiencen a leer. Ése es el problema: la soledad estimula la lectura, pero hoy día se combate con la televisión, y la televisión no enseña a hablar; o sea, que aunque se encontrara un oyente propicio a escuchar problemas personales existiría la dificultad de expresión.

Por cierto ¿por qué hablarán tan bien tantos sudamericanos que no parece que le dediquen mucho tiempo a la lectura? Yo le he oído decir a un mejicano que es un problema que la gente hable tanto y tan bien. Como aquello es un país tan incontrolable ¿habrá alguna razón por la que en los controlables se pierda la capacidad de oratoria?

Por estas latitudes habla bien quien lee, y se lee por interés en el estudio o profesional, pero poco para disfrutar. Antes podía ser un consuelo que acababa en gozosa afición, pero ahora el consuelo está en las multitudes, los estimulantes artificiales, en la tele o en los juegos informáticos. Nos queda Internet, que para usarlo hay que escribir y leer; ojalá por ahí se resuelva algo.

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