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Crítica:LA MONUMENTAL | LA LIDIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Barretina y pancartas

Como gesto testimonial de respuesta a la "estocada" municipal sufrida por la fiesta de los toros en Barcelona, el diestro catalán Serafín Marín, que sustituía a Morante de la Puebla, cambió en el paseíllo la montera por la clásica barretina.

El buen y terciado primero llegó muy flojo a la muleta de Finito de Córdoba, por lo que éste no pudo realizar ni una faena de enfermero, matando de una estocada desprendida. Torerísimos los inicios de faena por bajo de Finito al cuarto, cuajando varias series extraordinarias de temple, ligazón y mano baja con la diestra, con el astado finalmente entregado. Gran estocada y justo premio de las dos orejas.

Antes de saltar a la arena el segundo fue ovacionada la exhibición de una pancarta que rezaba "Sí a la festa dels toros. Visca Catalunya". Este segundo, un precioso burraco, acusó la nobleza y falta de fuerzas características de las reses de Algarra. Se le midió el castigo en varas y Serafín Marín le hizo un gran quite de frente por detrás. Fue banderilleado por El Juli, que le instrumentó una faena templada y mandona en los medios, aprovechando la noble embestida de la res. Muy bien picado el quinto por Salvador Núñez, no quiso banderillearlo El Juli, que con la muleta lo lidió con inteligencia, consiguiendo mejorar su condición. Estocada en lo alto como adecuado remate a la serena, valerosa e inteligente labor del diestro madrileño a una res que tenía mucho que torear. El doble trofeo fue algo exagerado, pero la actuación fue buena.

Algarra, Del Río/ Finito, Juli, Marín

Toros: Primero, segundo y tercero de Luis Algarra; cuarto, quinto y sexto de Victoriano del Río, de juego desigual. Finito de Córdoba: silencio y dos orejas. El Juli: oreja y dos orejas. Serafín Marín: silencio y ovación. Plaza Monumental. Barcelona, 18 de abril. Media entrada.

Al tercero, una vuelta de campana en el tercio de varas contribuyó a disminuir sus no muy abundantes fuerzas y Marín se vio imposibilitado de hacer faena ante las continuas caídas del muy noble, pero invalido animal. El sexto manseó en varas y requería mucho dominio en el último tercio. Marín aguantó con valor las encastadas y ásperas embestidas de la poco franca res. Más expeditivo con el estoque que en su primero, acabó su actuación con honra, pero sin trofeos.

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