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FÚTBOL | Jornada 33ª de la Liga

El método Helguera

Diego Torres

"Nos falta un central que pegue y juegue", decía esta semana un jugador blanco. Tras la marcha de Hierro, añorado hasta por sus colegas menos afines, el Madrid resistió sin quebrarse por la zaga totalmente. Hasta que los tres goles de Osasuna, dos a la salida de un saque de banda y uno tras un centro al segundo palo, sumieron al club en una miseria que parece fácil haber evitado. Bastaba con haber tenido en el campo un central de esos que pegan y juegan, se imponen a los delanteros y saben que hacer con la pelota. Bastaba con haber tenido a Helguera, que lleva media temporada sufriendo problemas físicos y hoy, ante el Atlético, volverá con la rodilla dolorida, sin recobrarse del todo de una distensión de ligamentos. Queiroz, el técnico, es consciente de que no puede permitirse perderle otra vez.

Helguera es el único marcador experimentado en el centro de la defensa del Madrid, además del mejor cabeceador natural que le queda a la plantilla. Su presencia en el equipo parece un accidente, a la vista de la política que se ha seguido a la hora de dar altas y bajas. Primero porque ni aparece en los anuncios de Pepsi, ni cuenta con otros contratos publicitarios propios, aparte del que le une a Nike por las botas que calza. Segundo, porque juega en el corazón de la defensa. Y tercero, porque tiene una rara vocación de liderazgo que le lleva a hacer reivindicaciones, en público y en privado, granjeándose detractores en la ejecutiva y en el vestuario. En los despachos le resienten por atrevido: le multaron en enero por decir que el Madrid estaría mejor con Hierro y Makelele y él se juró a si mismo no volver a hablar. En el vestuario, le miran con suspicacia por emperrarse con cosas tales como demandar a sus compañeros un poco de responsabilidad. Muchas veces alzando la voz y hasta soltando una imprecación: "¡Defiende, hijo de puta!".

Estas expresiones rudas han sonado a ofensa imperdonable en más de uno de los galácticos oídos. En una plantilla plagada de individuos que hacen bandera del espíritu libre, de la autoindulgencia y el recreo artístico, las demandas de Helguera suenan a cosa repugnante. Por eso, algunos colegas le llaman El Autista. Porque parece que vive en otro mundo. Un mundo antiguo con olor a sudor y linimento, donde al fútbol se le reconocía el valor sagrado que tienen los buenos oficios.

Solos ante el ausentismo de muchos de sus compañeros, Mejía y Bravo debieron soportar ante Osasuna una lluvia de balones aéreos en inferioridad de condiciones. Ninguno de los dos se atrevió a levantar la voz a los centrocampistas. Ni a Roberto Carlos, que dejó solo a Valdo en un partido que el delantero de Osasuna nunca olvidará. Como dijo el propio Valdo: "Nunca en toda la temporada me dejaron solo en el segundo palo. Nunca tuve la sensación de que no había marcas personales asignadas en las jugadas a balón parado... Hasta que jugamos en el Bernabéu".

Huelguera
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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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