Espléndida primavera
La tarde, de espléndida primavera. Huele a azahar y la brisa aún contiene aromas de incienso. La Maestranza se muestra radiante, majestuosa, cautivadora... Una maravilla. ¡Qué regalo para los sentidos! ¡Qué placer poder admirarla en esta fecha tan señalada! ¡Qué alegría reconocer las caras de otros años, íntimos amigos de quince días y desconocidos después! La plaza, de bote en bote: mujeres guapas a cientos y los mejores estrenos para sus acompañantes, que la ocasión lo merece. Cuesta imaginar que la Resurrección pueda tener mejor corolario que la visión de esta Maestranza preciosa, íntima y grandiosa.
Lo dicho: una maravilla. Así reza el tópico de cada año que tanto gusta en esta ciudad.
Torrealta / Ponce, Dávila, El Juli
Toros de Torrealta, correctos de presentación, bravucones, sosos y nobles; inválido el segundo. Enrique Ponce: pinchazo y estocada caída (ovación); tres pinchazos _aviso_ y media (silencio). Dávila Miura: estocada tendida (oreja); dos pinchazos y estocada (ovación). El Juli: media (silencio); estocada (oreja). Plaza de la Maestranza. 11 de abril. Primera corrida de feria. Cartel de "no hay billetes". Se guardó un minuto de silencio en recuerdo de las víctimas del 11-M.
La pena es que el tópico fue lo bonito. El sol se apagó, las sonrisas se helaron y se esfumó el olor cuando se puso en marcha una pantomima de corrida de toros que salvó en el último momento El Juli, enrabietado ante su propia vulgaridad, y consiguió los momentos más emocionantes de la tarde con unas tandas de pases por ambos lados ceñidos y hondos que culminaron con una magnífica estocada.
Casi todo lo demás, para el olvido. Casi todo lo demás, impropio del tópico de la primavera sevillana: los toros, muy justos de fuerzas y casta; el público, triunfalista y aplaudidor; el presidente, benévolo, y los toreros, vulgares y a merced de los toros.
Se salvó, dicho queda, por los pelos El Juli, quien a mitad de una larga faena se embraguetó y toreó de verdad a un toro sin especiales dificultades. Más recorrido tuvo su primero, al que no se picó y el público aplaudió al picador. El Juli quitó por chicuelinas con suficiencia y, después, se mostró muy por debajo de las condiciones de su oponente.
El sevillano Dávila comprobó el mucho cariño que le tienen, pero su toreo careció de dominio y profundidad. Una oreja de escaso peso cortó en su primero, y le aplaudieron su toreo despegado en el quinto.
Y Enrique Ponce escuchó aplausos por pasar de un lado a otro a un moribundo, y no le pudo al único toro que planteó dificultades -el cuarto- con un toreo sin apreturas y muy ventajista.
En vista de lo cual, el tópico se llevó con prisas a la primavera y volvió el frío.
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