Una locomotora de 80 años
La Flying Scotsman, una de las locomotoras de vapor más famosas del mundo, permanecerá en el Reino Unido, su país de origen, y seguirá funcionando, gracias a un esfuerzo colectivo por evitar su venta en el extranjero. Para ello se han recolectado miles de donaciones privadas, fondos públicos por más de 2,5 millones de euros (unos tres millones de dólares) y la aportación personal del dueño de la aerolínea Virgin, sir Richard Branson, de más de medio millón de euros (600.000 dólares). Flying Scotsman PLC, propietarios de esa locomotora de más de ochenta años de antigüedad, decidieron subastarla el pasado enero por los numerosos retrasos en la construcción de un museo que en principio iba a acoger la máquina en la capital escocesa, Edimburgo. La posibilidad de una puja se vivió en el Reino Unido con preocupación, por temor a que se vendiese en el extranjero, algo que Branson calificó de "tragedia". "Ha sido un honor participar en la salvación de una pieza de ingeniería británica de tal importancia y con la que generaciones futuras podrán disfrutar", ha declarado el empresario. La campaña para salvar la locomotora fue encabezada por el Museo Nacional del Ferrocarril de York (norte de Inglaterra), que la exhibirá cuando no se dedique a realizar viajes turísticos por la región. Construida en 1923 en Doncaster (norte de Inglaterra), la Flying Scotsman se mantuvo en uso como transporte de pasajeros hasta 1963. Tras completar el recorrido sin parada más largo del mundo, desde Londres a Edimburgo, la famosa locomotora se convirtió en la primera máquina de vapor capaz de alcanzar los 160 kilómetros por hora. En la actualidad su motor ha sido completamente remodelado y en 1999 volvió a funcionar, con un exitoso viaje inaugural de Londres a York.-
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