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Columna
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Números

En este país de negocios siempre arriesgados, la obligada frase previa siempre fue: "Anem a fer números", aunque en política, muchas veces, los números se hacen después de las advertencias, incluso se hacen mal adrede, o, ni siquiera se tienen en cuenta. Los números en política siempre son el núcleo duro del problema: del dos y dos nunca suman cuatro se pasa con facilidad al cuento de la lechera, cuando no a la autoconsolación; y, cuando los números no nos salen nos casamos con los de los competidores, nos subimos a carros de extrañas sumas y a esperar nuevos números donde tampoco nos saldrán las cuentas, y, así, hasta el infinito.

Yo creo que eso mismo le ocurre al BNV, que ha perdido la noción de lo que es hacer números, pues está como si dijéramos vacunado contra análisis delicados de resultados electorales porque en las circunstancias extraordinarias (atentado) y anómalas (pillería gubernamental y mediática) en que se han desarrollado las elecciones del 14 de marzo, ningún número puede ser denotativo de nada preocupante; es decir, que cuando no es por unas décimas, es por un error de otro, y cuando no es el bipartidismo es que falló la comunicación, y así, hasta que alguna catástrofe definitiva dé con los votos propios, todos de bruces en las urnas de otro para que un tercero no gane y sanseacabó. Es decir, que la explicación sería que los votantes del BNV son tan inteligentes y estratégicos (el votante estratégico pasa de su corazón y va al grano), que en las municipales y autonómicas reparten sabiamente los votos para que en la mayor parte de municipios donde el BNV presenta candidaturas reales obtenga con creces más del 5%, pero evitan que lo supere en las autonómicas, dándole el voto al PSOE.

Los 40.645 votos del BNV de estas generales representan el 1,19% del censo electoral, y, el porcentaje sobre censo mide con exactitud la incidencia numérica real en el conjunto de la sociedad. Este porcentaje es, a su vez, uno de los más bajos de los registrados por las siglas que han representado al nacionalismo democrático valenciano en elecciones generales desde 1986 (1,43% en G86 y G89, 1,36% en G93, 0,84% en G96), porcentaje que sólo superó el 1,5% en las del 2000 (1,73%), lo que indica un grave estancamiento en todo el periodo al no retener los antiguos votos ni fijar los nuevos. Unos números así reflejan que como regla fija sólo en situaciones de tranquilidad electoral (certeza en el resultado) los votantes del PSOE o de EU le prestan el voto al nacionalismo en las generales, un regalo que se retira hacia el PSOE (o EU), cuando se juega algo importante.

A pesar de ese handicap, el BNV no consigue hacer los números correctamente y cree que se trata sólo de esperar tiempos mejores, aunque las series de resultados arrojen cifras más que preocupantes y los mejores ya han pasado, pues empezaron a principios de la década de los 90 y se acaban de cerrar con los resultados del 14-M.

Si a ello añadimos que la ventaja de 4,4 puntos del PP sobre el PSOE volverá a operar en próximas elecciones como acicate para el voto útil hacia el PSOE de los votantes municipales del BNV ¿quiere explicarme alguien qué números pueden hacerse ante el dilema que el PSOE ya ha planteado, es decir, conseguir más votos que el PP como condición para gobernar? ¿Es quizás la idea de convocar un Congreso Nacional Valenciano el antídoto que puede salvar al BNV de su finiquito en el 2007, si hasta los verdes han aprendido a sumar y ya están sentados en el Congreso sin que jamás hayan levantado un gat pel rabo electoral?

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