"En el ser humano, el compromiso estético, ético y moral es algo indispensable"
Miguel Picazo Dios (Cazorla, Jaén, 1927) es uno de los grandes cineastas españoles del último siglo. Un autor que empezó y terminó su trayectoria vinculado a la figura de Miguel de Unamuno. Primero con La tía Tula, de cuyo estreno ahora se cumplen 40 años, y más tarde con el mediometraje Después del sueño. Entre medias dirigió otras obras de la talla de Extramuros, basada en la novela de Jesús Fernández Santos, o la superproducción El hombre que supo amar, biografía de San Juan de Dios protagonizada por Timothy Dalton. A Picazo, que recibió en 1997 el Goya de Honor de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, también se le ha podido ver como actor en películas como El espíritu de la colmena, de Víctor Erice, o Tesis, de Alejandro Amenábar. Aunque vinculado desde hace años a La Alcarria, Picazo ha vuelto a Jaén y a la sierra de Cazorla para reencontrarse con sus orígenes y recibir recientemente un homenaje.
Pregunta. ¿Se considera víctima de una industria y de una época?
Respuesta. No, nunca he ido por el mundo de víctima. Como buen Aries, soy un luchador nato y neto y renazco de mis heridas.
P. ¿Pero cómo influyó la censura en su trayectoria?
R. De una manera fatal. Me destrozaron películas de manera inmisericorde.
P. ¿Cómo marcó a las generaciones de su época la Escuela de Cine en la que usted trabajó como profesor con alumnos como Josefina Molina, Jaime Chávarri, Manuel Gutiérrez Aragón o Carlos Gortari?
R. Les dio la oportunidad de acceder al cine a través de la práctica y la enseñanza. Fue una forma de incorporar los estudios universitarios a la profesión cinematográfica y darle una valoración y una categoría intelectual. La Escuela se convirtió en el centro de izquierdas más importante del país, y por eso fueron a hundirla y al final la cerraron.
P. ¿El veto al guión de su película Jimena es la principal espina que tiene clavada?
R. Sí, fue una experiencia muy ingrata, pero que no me llevó a tirar la toalla y me hizo luchar con más fuerza. Jimena luchó contra muchos imponderables y se quedó en el intento.
P. Muchos consideran La tía Tula como una película clave en el cine español, ¿cree que fue una cita muy atrevida para aquélla época?
R. Aunque tiene ocho cortes censurados, la película marcó una forma de ver la vida en España y de hacer una crítica sobre determinados valores y principios de la sociedad de la época, pero con la suficiente inteligencia y cordura como para que pudiera pasar la censura.
P. Usted se ha alejado siempre de las modas y ha apostado por un cine de sentimiento.
R. Yo no he hecho nunca cine a la moda, sino el cine que sentía y que siento y, sobre todo, tomando como base el ser humano, sus necesidades, sus emociones o sus conflictos. Lo importante es que lo humano no se lo coma el espectáculo y convierta los personajes en monigotes. Muchos productores creían que yo hacía un cine de riesgo, que era un director intimista y que las grandes superproducciones me devoraban, pero no era cierto.
P. Se ha calificado como un feminista declarado, ¿por qué le ha interesado abordar la situación de la mujer en sus películas?
R. De alguna manera, porque en mis historias soy un solidario con los perdedores, y la mujer ha sido una perdedora y marginada. La gran conquista de este siglo ha sido que la mujer encuentre la posibilidad de ser dueña de su propio destino, de su sexualidad, de su trabajo.
P. ¿El mensaje de Extramuros estaría vigente ahora?
R. Sí, las dos monjas protagonistas serían en la actualidad dos ejecutivas por su coraje inusual y por luchar contra las imposibilidades que la vida les plantea. Aunque no llegaron, al menos lo intentaron, y eso es lo hermoso del ser humano.
P. ¿Cómo valora su experiencia como actor?
R. Interesante y bonita. Me permite seguir dentro del ambiente del cine. De todas formas yo he sido actor por casualidad y porque me lo han pedido compañeros, pero yo soy director de cine.
P. Se muestra escéptico ante las nuevas tecnologías en el cine. ¿Cree que se ha perdido algo de misterio?
R. Es que no acabo de creérmelas. Siempre veo el truco. Pienso que son espectáculos donde la tecnología devora el fondo. No veo seres humanos, sólo personajes muy elementales.
P. ¿Cuánto ha habido de compromiso social en su trayectoria?
R. Ha sido algo permanente. En el ser humano el compromiso estético, ético y moral es algo indispensable, es lo que le da sentido a esa vida.
P. ¿Hasta qué punto perjudica al cine español la invasión de las multinacionales americanas?
R. Es una amenaza y una explotación constante. Estamos colonizados por el cine americano con una competencia desleal y el cine español es un proscrito en su propio mercado.
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