Los atentados del 11 de marzo
Ahora que han ocurrido tantas cosas desde el jueves 11 de Marzo, parece que la actualidad es capaz de empequeñecer el recuerdo. Pero no es así, los días pasan y el dolor no disminuye, la memoria sigue fresca y, por eso, quisiéramos dedicar un sincero y merecido homenaje a unas personas de las que los medios de comunicación no han hablado hasta ahora.
Los médicos y las enfermeras de atención primaria son profesionales que no se dedican habitualmente a atender emergencias ni grandes catástrofes pero que ese día no necesitaron que nadie les dijera lo que tenían que hacer. Simplemente, acudieron al lugar en que sabían que se les necesitaba, siendo, en algunos casos, los primeros en apreciar la magnitud de la situación y, sin grandes medios más allá de su profesionalidad y su sentido del deber, comenzando a prestar asistencia a los heridos. Porque antes de que llegaran los dispositivos de emergencia, los centros de salud de los alrededores de las estaciones del Pozo y Santa Eugenia ya habían enviado médicos y enfermeras a las mismas y ya se habían organizado para atender las posibles urgencias que les pudiesen ir llegando.
Este barrio vallecano, tan injustamente castigado por tantos acontecimientos a lo largo de los años, humilde, trabajador, luchador y vivo, tremendamente vivo, puede sentirse orgulloso de aquellos que se dedican a cuidar de su salud a diario.
A todos ellos, a los que acudieron a las estaciones, a los que se marcharon al hospital de campaña de Atocha, a los que se quedaron en los centros de salud, a los que estaban preparados por si tenían que intervenir, a los compañeros de otras áreas de Madrid que se ofrecieron a colaborar, queremos daros las gracias por la lección de profesionalidad y buen hacer que, una vez más, habéis dado y deciros que merecéis el mayor de los reconocimientos y el más profundo respeto. Un abrazo, compañeros.
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