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Una final sin Wilkinson

A Francia le basta el empate para lograr el Seis Naciones ante una Inglaterra 'coja' sin su apertura

Inglaterra ganó la final de la Copa del Mundo de rugby a Australia, el pasado noviembre, 20-17, y en semifinales a Francia, 24-7, gracias a las genialidades de su medio de apertura Jonny Wilkinson. Por encima de un bloque de compañeros compacto en defensa y ataque, él marcó las diferencias en el torneo frente a rivales de potencia similar. Pero ante los australianos acabó pagando su calidad con una lesión que le ha apartado de la siguiente gran cita, el torneo de las Seis Naciones. Incluso debió ser operado del hombro derecho en febrero. Esta noche, Inglaterra (21.00, Digital + D 2), deberá volver a derrotar a Francia en París, y por más de 14 puntos, para ganar el torneo en la última jornada y demostrar que su jonnydependencia no es total. Porque la derrota en su propio campo de Twickenham el día 6, frente a Irlanda, 13-19, evidenció que sin la bota mágica de Wilkinson, el equipo de la rosa es vulnerable.

De nuevo el juego de delantera será clave para tener el balón y abrirlo a los tres cuartos en ataque, o para defender. Pero sin el peligro de Wilkinson en los drop -boteprontos- Francia tendrá las mismas oportunidades. Le bastará el empate. La casi imposible carambola sería un triunfo en el torneo de Irlanda, que más bien logrará la Triple Corona por ganar a los tres británicos y dejará a Escocia la Cuchara de Madera por perder todos los partidos (17.00, Digital + D 2). Su milagro sería un triunfo por 70 puntos y siempre que Francia pierda. El otro partido es el Gales-Italia (15.00, Digital +, D 2).

La hundida España

España, mientras tanto, hundida en una espiral sin retorno de falta de estructuras y renovación, juega también hoy en Praga, contra la República Checa, el último partido del Seis Naciones B en el que ya es última irremediablemente. Sólo una reestructuración que la repescara impediría su descenso al grupo C, la clasificación más humillante de su historia. Pero si el rugby español fue incapaz de incorporarse a la élite en la etapa amateur de este deporte, con planteamientos excesivamente lúdicos universitarios, menos lo ha hecho con la llegada del profesionalismo, sin ideas para buscar patrocinadores y sacar jugadores de la cantera. La emigración a Inglaterra del mejor jugador, Oriol Ripol, como la de otros, ha sido un ejemplo claro de que en España no hay porvenir.

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