'María'
Aguanto la respiración y atravieso una nube de humo de marihuana. No está permitido fumar en el salón de actos de la UGT en el que se desarrolla la asamblea anual de la ARSEC (Asociación Ramón Santos de Estudios sobre el Cannabis) y los asistentes salen a fumarse un pitillo de los suyos cada dos por tres. Supongo que la consecución de unos muy nobles objetivos no tiene por qué estar reñida con la obtención de un colocón del quince.
Unos días más tarde me reúno con Felipe Borrallo, presidente de la ARSEC, en su librería, llamada Makoki por el personaje de cómic creado por Gallardo, Mediavilla y el propio Borrallo. Una librería en la que también pueden adquirirse semillas, pipas, camisetas con la hoja y una panoplia de parafernalia cannábica.
La revista 'Cáñamo' difunde que la marihuana tiene propiedades terapéuticas y que no produce adicción ni alarma social
En la trastienda, el presidente desgrana sus recuerdos. "La asociación la fundamos los dibujantes fumetas que hacíamos la revista Makoki. De hecho, las primeras noticias sobre ella se publicaron en la revista y mucha gente pensó que se trataba de una broma. Pero no, iba en serio. Ramón Santos era un abogado, un buen amigo que nos aclaraba los alcances legales de nuestra afición a los canutos. Cuando murió, en 1991, decidimos ponerle su nombre a la asociación".
Los fines de la ARSEC son lograr la despenalización del consumo y el cultivo de la marihuana, una planta que, bien empleada, sirve tanto para pasarlo bien como para dejar de pasarlo mal. Dicho de otra manera, tiene usos tanto lúdicos como curativos.
"Cuando empezamos", cuenta Borrallo, "casi nadie plantaba su propia hierba. Por entonces aún se conseguía algo de hachís libanés o afgano -productos de calidad-, pero luego la mafia marroquí se apoderó por completo del mercado, y aún sigue así, cautivo del peor hachís del mundo. A nosotros nos gustaba más la maría y aún no se había producido el boom de las semillas holandesas y los cultivos hidropónicos, el auge de los grow shops. Decidimos plantar, en un campo de Tarragona, dos ejemplares por cada socio de la ARSEC. Como el consumo no estaba penalizado, pensamos que así podríamos proveernos e impulsar los fines de la asociación. Nos denunciaron, juzgaron y absolvieron. El fiscal recurrió y el Tribunal Supremo nos condenó basándose en una figura flamante, el peligro abstracto, a 6 meses de cárcel y 500.000 pesetas de multa cada uno".
La ARSEC siguió creciendo (llegó a tener 5.000 socios) y sus miembros pergeñaron y editaron una herramienta fundamental en su lucha por lo que ellos llaman "la causa": Cannabis. Manual de cultivo para el autoconsumo, un libro que va por la novena edición.
"Un best seller", afirma Borrallo, "que nos permite autofinanciarnos y seguir adelante. Hace siete años un grupo de socios lanzó la revista Cáñamo, que también es un éxito y contribuye a difundir y afianzar nuestras posturas. ¿Cuáles son? Que no somos enfermos ni delincuentes, que la marihuana tiene importantes propiedades terapéuticas y que no produce adicción ni alarma social. En España se usa desde los tiempos de los fenicios. Si un adulto quiere plantarla y fumarla, es igual que si cultivara vides y luego se tomara un vaso de vino".
Desde 1995 la ARSEC ha estado entregando gratuitamente marihuana a los enfermos que pueden beneficiarse de sus efectos medicinales. En estos años varios miembros de la asociación han arriesgado repetidamente su libertad al acarrear, desde el campo de un cultivador y donante, las cantidades de marihuana destinadas a esta actividad. Recientemente el reparto ha sufrido un parón debido a la falta de suministros. A los enfermos se les ha ofrecido siempre la posibilidad de cultivar sus propias plantas, orientándolos sobre los aspectos técnicos y regalándoles un esqueje. Pero claro, ni es tan fácil ni tan rápido obtener una cosecha adecuada. En el ínterin, simplemente presentando un certificado médico, se les han proporcionado las cantidades necesarias para aliviar sus males.
¿Qué males? Diversas combinaciones de dos de las sustancias que contiene la planta, el THC y el CBD, sirven para aliviar las náuseas y los vómitos provocados por la quimioterapia, especialmente en los tratamientos por cáncer de mama; en la esclerosis múltiple y otras afecciones neuromusculares, como la fibromialgia, combaten el dolor y mejoran el descanso nocturno; en los casos de glaucoma, disminuyen la presión intraocular; a los enfermos de sida les despierta el apetito e impide que pierdan peso. Y en todos los casos, fumarse un porrito puede mejorar los ánimos y ayudar a sobrellevar la enfermedad.
Obviamente, todos estos usos terapéuticos no son hallazgos de la ARSEC: están avalados por rigurosas investigaciones científicas. Tanto es así que la empresa Bayer está a punto de sacar al mercado un nuevo producto llamado Sativex, indicado para tratar las afecciones reseñadas.
También es obvio que la gran industria farmacéutica no ha sufrido persecuciones ni estigmatizaciones mientras experimentaba con los derivados del cannabis para crear sus productos comerciales.
La hipocresía abunda alrededor de la legalización de las llamadas drogas.
Acabemos con una anécdota personal. Una pareja amiga, en Buenos Aires, tenía una empleada doméstica de origen paraguayo. La joven subamazónica, al oler la marihuana que fumaban sus patrones, exclamó con naturalidad: "¡Esta hierba es la que usamos en mi pueblo contra el asma!".
www.arsec.info arsec@telefonica.net
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.