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Columna
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Lo que ha pasado

Críptico y apocalíptico, Javier Arenas dijo la semana pasada, entre los suyos de Sevilla, que los españoles "saben lo que ha pasado y cómo ha pasado". No necesitó explicarlo. Los suyos, como un solo hombre, quizás a la voz interior de ¡fir-més!, se pusieron en pie y aplaudieron. Así que nos quedamos con las ganas de saber, de primera mano, qué es lo que ha pasado, según ellos, por ejemplo en Andalucía.

Cómo se explica, entre otras cosas, que donde más ha perdido el PP haya sido precisamente en Cádiz (14 puntos), bastión de la presidenta y candidata Martínez. Es difícil imaginar cómo pudieron los terroristas afinar tanto. Lástima de ocasión para haber podido contemplar, por nuestra parte, un acabado ejemplo de ideología, en el antiguo sentido marxiano del término, esto es, una mutualidad de intereses y grandes palabras, en recíproca algarabía, al margen de la realidad y de la lógica. Algo así como las vidrieras de las catedrales -y les aseguro que la comparación no es gratuita-, que filtran trabajosamente la luz, pero creando, eso sí, hermosas figuras en el aire.

Me preocupa esa ofuscación abigarrada de los conservadores españoles (créanme que lo digo sin sorna). Contra toda evidencia exterior, este PP sigue empeñado en que su derrota nada tiene que ver con que Aznar, Bush y Blair nos hayan metido en una guerra necia, además de ilegal, contra el enemigo que no era. Ni con que Israel practique algo sumamente parecido al terrorismo de Estado contra los palestinos, sean o no terroristas.

Pero es que en Andalucía, ni eso. Aquí "lo que ha pasado" es sencillamente que el pueblo andaluz, una vez más, se ha rebelado contra la cacicada, el menosprecio y la mentira. Y que el PP ha cosechado sus peores resultados en diez años. Todos de la mano de Javier Arenas. Pero este hombre, lejos de advertirlo, parece sentirse tocado por un nuevo mandato de salvación, para seguir en la pelea, quiero decir, en el oficio. Aquello de unir su destino al del jefe -qué tremendas palabras-, ya nada vale, pues por lo visto ha de quedarse vigilando los cuarteles de invierno. Nadie parece que se lo vaya a impedir -¿dónde demonios se habrá metido aquella derecha civilizada andaluza de los Clavero, Añoveros, Becerril...?- y mucho menos Manuel Chaves, que habrá respirado tranquilo, también una vez más.

De todos modos, lo más curioso es que estas elecciones no las ha perdido el PP, sino que las ha ganado el PSOE. Parece lo mismo, pero no lo es. La derecha mantiene su bolsa principal de votos en toda España (no llega a 700.000 votos los que ha perdido) y en Andalucía (118.000, aunque con abultadas derrotas en ciudades como Cádiz y Huelva). De modo que si algún día vuelven a la abstención esos importantes sectores de las clases medias urbanas, normalmente desalentadas, más el cinturón rojo de las grandes ciudades, más los jóvenes airados, el PP volverá a ganar. Tal vez por eso Chaves, con lucidez nada retórica, ha dicho que piensa gobernar como si no tuviera mayoría absoluta. A ver si es verdad.

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