ALEXANDRU HORATIU SUCIU / Loco por los coches
Alexandru Horatiu Suciu tenía 18 años y había llegado a España hace seis meses desde su pueblo natal, Blaj, en las montañas de Transilvania, en el norte de Rumania. Cuando murió su padre, María, su madre, emigró a España para buscarse un futuro. Con ella vino su hijo mayor, Emiliano, de 23 años, que el martes pasado acompañaba el féretro de Alexandru de vuelta a Rumania. Allí será enterrado en la tumba familiar junto a su padre y su abuelo.
Alexandru se decidió a venir a España tras su madre y su hermano nada más terminar sus estudios de formación profesional. Aquí encontró trabajo como cerrajero. Tenía un compañero español que también murió en el atentado. Alexandru pasaba por Atocha en dirección contraria a la mayoría de las víctimas. La familia vivía en San Agustín de Guadalix y él tenía que ir a trabajar a Algete. En estos seis meses, "había trabajado en Barcelona, en Valencia, en casi todas partes", cuenta su hermano. En sus fotos se ve a un chico guapo, muy sonriente. En algunas está en una tienda de discos. "Le gustaba todo tipo de música", recordaba su hermano el martes pasado, frente al ataúd de Alexandru. Con su hermano siempre estaba de broma. "Yo le decía siempre que le iba a buscar una novia", decía Emiliano. "Mis amigas también se lo decían".
"Como todos nosotros, el mayor proyecto que tenía era sacar su vida adelante", recordaba. Pero a Alexandru lo que le gustaba de verdad eran los coches. Hasta sus amigos de la infancia destacan estos días en la prensa rumana que de pequeño ya tenía claro que quería trabajar con coches. Aunque "tenía mucha vida", Alexandru quería volver a Rumania para rehabilitar la casa familiar de Blaj y abrir un taller mecánico.-
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