Por las víctimas del 11-M

Freire, el ciclista de Torrelavega enamorado de Italia desde que se vistió de arcoiris en Verona 99, tiene bastante de profeta, de analista del futuro. Aunque Petacchi asustaba a todos por la facilidad con la que ganaba las etapas de las carreras pequeñas, Freire había dicho la víspera: "Después de 300 kilómetros, no creo que Petacchi sea tan imbatible como en las etapas cortas". Freire tiene también mucho de analista del pasado, de jugar con los conceptos. "Para ganar la Milán-San Remo hay que tener fuerzas y fortuna", dijo. "Petacchi tuvo fortuna porque le acompañaba todo el equipo en la última recta, pero al final llegó cansado. Zabel, por su parte, tuvo las piernas, porque se le vio bien y fuerte en el sprint final, pero le falló la suerte. Se equivocó al levantar los brazos antes de tiempo, pues hasta el final no se puede hablar, y quizás por eso le pude meter yo los riñones. Yo, por fin en la Milán-San Remo, he tenido las dos cosas, pues siempre me fallaba alguna".

Y también tuvo cabeza. Por fin no dudó. "Me la jugué al sprint y no me quise mover antes, no me quise dejar un gramo de fuerzas", explicó, ante la sonrisa de su mujer, Laura. Y también tuvo sensibilidad. Hace un año, cuando comenzó la invasión de Irak, Freire se fotografió con la bandera multicolor de la paz. Ayer se acordó de las víctimas de los trenes de Madrid. "A ellos les dedico la victoria. Es lo único que les puedo dar", dijo.