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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

'Overbooking'

"No voy a beber", se promete la cronista mordaz mientras aparca la moto. Porque ya viene de una fiesta literaria, ésta será la segunda de la noche y, después, aún le toca ir a otra. Para la cronista mordaz, los meses de marzo y abril son los más etílicos del año. Cada día hay siete u ocho actos relacionados con el libro de los que debe dar su particular visión.

El bar donde se celebra la fiesta número dos de la noche tiene un nombre francés, tipo le champagne o algo así. La cronista no lo ha visto bien. Está frente a la estación de Francia. En él celebran el nacimiento de la editorial Roca. La fiesta anterior, de la que viene la cronista mordaz, era para celebrar el nacimiento de la editorial Caballo de Troya. Nada más entrar, se encuentra con la cronista mordaz de El Mundo, Cristina Fallarás. Coinciden siempre dando su particular visión en todos los actos. Un camarero se les acerca (qué diligentes son los camareros cuando alguien no bebe, constatan) y les ofrece una copa de cava, de la marca Pol Roger. Bueno, se mojarán los labios y ya está. No van a beber. Dos hombres del fondo del local saludan a la cronista mordaz. "Decíamos que pones cara de estar perdida", exclama uno de ellos. Son dos periodistas culturales que la cronista mordaz conoce. Toni Iturbe, de la revista Qué Leer, y Sergi Doria, del diario Abc. Se sienta entre los dos y un camarero les trae unas copas. Bueno. Beberá en esta fiesta, pero en la otra, no. La mezcla es lo peor. Y la mezcla de cavas, letal. Ha comprobado que una cronista mordaz puede beber dos botellas del mismo cava sin notar sus efectos, pero si, después, bebe una sola copa de una marca distinta, todo se desmoronará. Iturbe y Doria, tan amables y experimentados, le van contando quién es quién, porque ellos dos no están en acto de servicio. "Mira, ése es el escritor Horacio Vázquez-Rial, este otro es Enrique de Hériz, que antes era editor; ese otro es un jefe de Filmax, una buena pregunta sería qué hace aquí, porque en esta editorial no hay títulos para adaptar, de los autores extranjeros no tienen los derechos...". Doria incluso identifica la música que suena por los altavoces: "Esto es Morcheeba", explica.

En los meses de marzo y abril se celebran cada día siete u ocho actos relacionados con los libros en la ciudad de Barcelona

Un joven muy amable y agraciado se presenta a la cronista mordaz. Es Andrés de Muller, autor del libro Sótanos a la intemperie, y sólo quería decirle a la cronista mordaz que a él también le cae mal Michael Moore, el sensible autor del documental Bowling for Columbine. Ella le abraza. Abraza siempre a las personas que le dicen eso. Se bebe de un trago la copa, la deja y, ya con la mano libre, apunta el nombre del joven amable en la libreta. "Mercedes Salisachs me ha hecho el prólogo", le cuenta él. "¿Y por qué?", pregunta ella. "Es que mi abuela y ella son amigas". Mercedes Salisachs -entonces la cronista mordaz la divisa- está sentada en un sofá, apoyada en su bastón de plata. De Muller las presenta. "¡No, no, no te arrodilles!", protesta Mercedes Salisachs. "¡Hay que ser natural!". La cronista se sienta a su lado. "¡Este chico es un escritorazo!", exclama entonces doña Mercedes refiriéndose al joven De Muller. Pero añade: "Y tú también, ¿eh? ¡Me encanta que las nuevas generaciones tengan éxito!". El joven escritor amable se sonroja. "Mercedes exagera...", dice. La cronista mordaz, sin querer, tira un vaso al suelo.

La cronista mordaz se bebe la última copa (ya que no va a beber más), sale a la calle, sube a la moto, atraviesa la ciudad y consigue ser la primera cronista mordaz que llega a la fiesta de los de la editorial RBA, en la Sala B, al lado de Luz de Gas. Empieza a apuntar cosas para dar su particular visión, pero enseguida se le acerca Felip Ortega, que antes era librero en La Casa del Llibre y ahora es director adjunto de la editorial. Ha prosperado, se dice la cronista, porque ahora ya va sin corbata. (Y se da cuenta de que esta observación podría ser un comentario mordaz aprovechable para su crónica). "A la festa no hi haurà cap explicació ni res, eh?", la tranquiliza él con la misma simpatía de cuando no tenía este cargo. "Només barra lliure fins les tres. ¿Què vols prendre?". Bueno, la cronista mordaz beberá sólo una copa más. La marca del cava de esta fiesta es Torelló.

Empiezan a llegar los invitados que estaban en la fiesta número dos (algunos ya provenían de la fiesta número uno) y los demás cronistas mordaces. Traen noticias. "En lo de Roca estaba la consejera de Cultura", pondera la directora de un programa cultural de la televisión. "Y Josep Cuní", añade una mujer que ya va muy bebida. "Por allí corría el rumor de que Clos va para ministro de Sanidad", vocean dos ejecutivos. La cronista mordaz se sienta en la barra del fondo, junto a un grupo de libreros. Está Carles, de la librería L'Illa, de Mollet, y Àngels, de La Llar del Llibre, de Sabadell. Desde allí observan la pared del fondo, donde se proyectan imágenes de las portadas de las novedades editoriales de la casa: Cómo defenderse del ataque verbal, Les dues cares de la lluna, Llibertat emocional, Ensaladas... A la cronista mordaz se le ocurre otro comentario mordaz. Podría hacer la broma de que una productora cinematográfica ha comprado los derechos de este último título. Pero lo descarta por gastado.

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