MARÍA DEL CARMEN LÓPEZ PARDO / La primera en ponerse a bailar
María del Carmen, la tía Mari, como la llaman sus sobrinos, tenía que haber cumplido 51 años el próximo 4 de abril. Llevaba veintitantos años en la misma compañía, trabajando en la limpieza de naves industriales. Cuando se oía música, la rumba en especial, era la primera en ponerse a bailar. "Juanma, echémonos un bailecillo", le decía a su sobrino. En la última nave industrial a la que le tocaba ir todas las mañanas desde la calle de Miguel Hernández, en Vallecas, era la única mujer entre todos los empleados. Juanma, que trabajaba allí con ella, cuenta que pasaba todo el día regañando a los trabajadores en tono de broma. "Por aquí no se puede pasar, que está recién limpiado", les decía a algunos en tono grave antes de echarse a reír junto con sus compañeros. Todos los días, a eso de las 10.30, la tía Mari llamaba a su hermana mayor, Encarnación, la madre de Nuria y Juanma, para preguntarle cómo estaban y hacer planes para más tarde. La tía Mari era soltera, y durante los atardeceres le encantaba pasear por su barrio acompañada de Encarnación. Vivía sólo a 10 minutos de su casa. "Nos íbamos de compras, le encantaba comprar ropa y después de un tiempo terminaba regalándola a gente a la que quería", relata la hermana. Con sus sobrinos pasaba mucho tiempo, siempre cuidándolos y mimándolos. "Era muy risueña, y sé que es un tópico, pero estaba enamorada de la vida", cuenta Nuria. Juntas iban al cine, casi siempre a ver comedias. En los últimos meses, la serie de televisión Los Serrano se había vuelto su favorita y pasaba el día siguiente comentándola con todo el mundo. "Le encantaba cualquier cosa que la hiciera reír. Siempre estaba a nuestro lado y siempre nos alegraba el día", se lamenta Nuria.
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