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IU frena su caída y se estanca

La coalición pierde los tres escaños que tenía en el Congreso de los Diputados

Izquierda Unida ha frenado la caída en picado que venía registrando desde 1996, pero se estanca: vuelve a sacar 6 diputados y el 7,55% de los votos, unas décimas menos que en 2000, lo que significa un estancamiento que está muy por debajo de sus antiguas posiciones. El candidato, Diego Valderas, ha vuelto quedarse fuera del Parlamento al no conseguir el escaño en Huelva, lo que complica sobremanera su liderazgo dendro de IU. La mayoría absoluta del PSOE desbarata todas las cábalas sobre un pacto en la Junta. El jarro de agua fría lo arroja el Congreso: IU pierde los tres escaños que tenía.

Las cábalas sobre el pacto con el PSOE han quedado en simples conjeturas
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Diego Valderas, arropado por varios dirigentes, mostró su insatisfacción por los resultados andaluces: "Aquí tampoco hemos sido capaces de parar la mayoría absoluta". Después de anunciar que convocará al Consejo Andaluz para realizar una "profunda reflexión" sobre el futuro de la organización y su propio papel - "el proyecto de Izquierda Unida está por encima de sus dirigentes", sentenció-, Valderas explicó que el efecto de los últimos días ha "jugado un peso importante en el voto útil".

Aunque Izquierda Unida ha conseguido parar la caída libre de los últimos años, los resultados siguen siendo muy pobres en relación con los niveles habituales de representación de la coalición en la comunidad -en 1986 y 1994 alcanzó los 19 y 20 escaños, respectivamente- y con sus aspiraciones políticas. Con reproches de un sector de su partido, Diego Valderas había situado el techo de escaños en 10, cifra que los críticos consideraron ridícula y de cortas miras, pese a que en privado reconocían su optimismo.

La ruptura de la tendencia a la baja es un pequeño respiro. Cierto que se conjuran los presagios más adversos de las encuestas que apuntaban un nuevo descenso y el descalabro total, pero Izquierda Unida no remonta, se estanca. Además, su papel en la política andaluza no va a ser determinante, como ha repetido hasta la saciedad Valderas durante su campaña, orientada a procurar el cambio desde un hipotético Ejecutivo de coalición con el PSOE, en el supuesto de que se vería obligado a pactar con IU si no alcanzaba la mayoría.

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Las cábalas sobre el pacto han quedado en simples conjeturas, una vez que el PSOE ha vuelto a montarse de nuevo en la mayoría absoluta que dejó en 1994. El chasco se presintió con los últimos sondeos en salir a la luz, que predecían estos resultados.

Desde que en las municipales de 2003 la coalición consiguió invertir el declive de su voto, las esperanzas de IU estaban en lo que gustan denominar como "izquierda plural". En las elecciones municipales de 1999, la federación se dejó en el camino 200.000 votos y 201 concejales, pero en las autonómicas de 2000 fue aún peor, perdió 276.060 votos y siete escaños en el Parlamento andaluz (de 13 a 6), con el cartel de Antonio Romero.

Ni en las quinielas más pesimistas de IU habría asegurado el resultado arrojado por las urnas a los candidatos de la coalición que aspiraban a revalidar su escaño en el Congreso de los Diputados. Ni Felipe Alcaraz, ni Luis Carlos Rejón, ni José Luis Centella lograron ayer votos suficientes en Sevilla, Córdoba y Málaga.

Alcaraz, el más veterano de los tres candidatos, ha logrado casi 8.000 votos menos que en las elecciones anteriores. Los 72.935 votos no le bastan en esta ocasión para repetir en el Congreso de los Diputados.

El discurrir del voto de IU en el Parlamento andaluz en las tres últimas legislaturas ha sido descendente: en 1994, 20 escaños y el 19,14% de los votos; en 1996, 13 escaños y el 13,97% de los votos; y en 2000, 6 escaños y el 8,11% de los votos.

Los modestos resultados tendrán sin duda una lectura interna. IU lleva ya ocho años a la gresca por las diferencias entre críticos y renovadores y sus notables discrepancias sobre la política de alianza con los socialistas. Después del calamitoso saldo electoral de 2000, la crisis interna, hasta entonces reprimida por la concatenación de elecciones y el silencio que preconiza la ortodoxia comunista, estalló. En poco tiempo el sector crítico se hizo compacto y empezó una guerra abierta que ha durado hasta hoy. Aunque Diego Valderas venció en la asamblea que se celebró tras las elecciones con una distancia mínima sobre los críticos (53% frente al 47%), las tensiones no se apaciguaron. Tras una primera etapa de parabienes y voluntarismo por recuperar el espíritu inicial de IU, oficialistas y críticos -con el paréntesis de las elecciones municipales, en el que todos cerraron filas- no han dejado de enfrentarse.

La federación ha celebrado sus asambleas federal y andaluza en el mes de diciembre, prácticamente en la precampaña y apenas han tenido tiempo para preparar la campaña. Aparte de las críticas a los métodos internos y la falta de democracia y pluralidad, buena parte se centró en si era conveniente o no pactar con el PSOE. Los oficialistas mantuvieron que la autonomía e independencia no equivale a la incapacidad de diálogo, de gobierno o utilidad social. "No compartimos la política de pocos, pero buenos".

La posición personal de Diego Valderas es especialemnte díficil. Al no conseguir escaño por sólo unos pocos votos -el resultado cambió dos veces en 20 minutos-, su liderazgo como coordinador puede tambalaerse al estar cuatro años más fuera del Parlamento andaluz.

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