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Crítica:ROCK
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Por el asfalto

Precedidos por su fama de confeccionar verdaderas piezas de artesanía pop traducida en canciones de no más de tres minutos, se presentaba en Madrid el cuarteto neoyorquino Fountains Of Wayne, y bien es cierto que no defraudó. Liderados por el tándem Collingwood-Schelesinger que algún voluntarioso ha comparado con los conocidos Jagger-Richards o Lennon-McCartney, FOW es de esos grupos de los que de pronto habla todo el mundo -dentro siempre de un circuito de iniciados- y que sin grandes aspavientos ni arrasar en ventas ni en radios, se convierten en favoritos de ciertos sectores y consiguen que la prensa especializada señale sus discos entre los mejores en los resúmenes anuales. En 2003 ha entrado en esa categoría su disco Welcome interstate managers, que justificaba su concierto madrileño.

Fountains Of Wayne (FOW)

Chris Collingwood (guitarra y voz), Adam Schlesinger (bajo y voz), Judy Porter (guitarra) y Brian Young (batería). Sala Arena. Madrid, 10 de marzo.

Efectivamente, su apuesta en escena pasa por apabullar con sus guitarras limpias y sus armonías vocales. Eso es el power-pop, género -o estilo- del que ahora puede que ellos ostenten el cetro mundial. Es cierto también que recuerdan a un montón de grupos de la nueva ola ochentera y a algunos de los grandes grupos del pop británico de los sesenta. Pero tienen mucha personalidad. La confección de las melodías es impecable, y sólo sorprenden cuando algunas de las canciones de su reciente y reconocido disco tienen en directo un tratamiento pelín ralentizado.

A ninguna de las comparaciones mencionadas les falta razón, como la de que su cantante tiene una dicción y dulzura en la voz que a veces recuerda a Ray Davies, a la que sabe dotar de garra y arena para parecerse a Neil Young. Curioso abanico de posibilidades que tienen como lugar común una irresistible energía y la rapidez del estribillo adhesivo; llamémoslo tarareable, es decir, de los que aunque se escuchen por primera vez pueden seguirse como si se conocieran de toda la vida; y eso produce un concierto muy participativo.

Son de Nueva York y suenan como vaqueros a lomos del brío del pop de guitarras. Jinetes del asfalto que contagian energía y alegría de vivir.

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